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Capítulo 7: El comienzo de todo

NOZOMI'S POV

Soy consciente de mi mala fama, de que muchas chicas sienten envidia y odio hacia mí por ser superior a ellas en todos los aspectos, pero aún así se quieren juntar conmigo, aunque sé perfectamente que es para obtener más popularidad y para que, al menos, los chicos se den cuenta de su existencia. «Si somos amigas de la popular, nos van a empezar a ver con otros ojos», es lo que todos dicen cuando piensan eso. Pero en realidad estoy más sola que un perro. No tengo a nadie en el mundo, mi padre, quien para mí lo era todo, murió y se fue para siempre. Mi madre, que en la época donde mi padre aún respiraba era una mujer dulce y simpática, cambió a una mujer que me ve como un estorbo entre su relación con mi padrastro, y ya no me ama. Mi padrastro solamente me acosa en la casa, y antes de ese accidente que me dejó en coma por dos años, abusaba de mí sexualmente. Yo siempre soñaba con perder mi virginidad en manos de un chico hermoso, gentil y con cero intenciones malignas, no de esa forma tan vil, como lo hacía Akio, mi padrastro.

Mi padre murió en mi primer día de clases en la primaria. Él y yo íbamos a la misma escuela (al Otomo), yo iba de mañana y él trabajaba hasta las cinco de la tarde. El punto es que mi madre me fue a recoger a la hora de la salida, y papá se quedó trabajando. A la hora de merendar (que si no mal recuerdo fue como a las cinco y media de la tarde... Ese día lo recuerdo tal cual una película), yo estaba en la mesa comiendo unos panqueques que hizo mi mamá, cuando el teléfono de línea sonó en la sala, y ella fue a atender. Recuerdo que pasaron como diez segundos y empecé a escuchar llantos. 

Bajé de la mesa y fui caminando a la sala, donde pude ver a mi mamá llorando desconsolada en el piso. El teléfono había caído en la alfombra.

─¿Mamá? ¿Qué pasa? ¿Por qué lloras?─ me agaché a su lado, preocupada.

─Tu... tu padre...─ le salió la voz rota.

─¿Papá qué?

─Tu... tu padre murió─ y volvió a romper en llanto.

Mi corazón y alma se habían roto en mil pedazos, pedazos que no se podían volver a unir con ningún pegamento. Ese momento de mi vida quedó impreso en mi memoria, y ese recuerdo jamás se va a perder.

Me transfirieron al Nishigaoka luego de eso. Los primeros tres años fueron horribles, porque mi madre ya dejaba de ser la misma mujer alegre de antes; dos por tres me acariciaba la cabeza para mantener la calma, pero tenía la mirada perdida. Entonces sucedió lo peor... Se casó con otro hombre, quien en dos años se convirtió en mi peor pesadilla. 

─Te presento a tu nuevo padre─ me dijo, y a su lado había un hombre de unos cuarenta años de edad. Era «atractivo» por así decirlo, pero algo en su mirada me inspiraba terror.

─Hola, ¿qué tal, Nozomi?─ me habló. Su voz era espeluznante─Pero qué linda nena─ me sonrió de una forma... libidinosa, como torciendo la boca.

Los primeros días fueron «tranquilos», pero ya a la semana que estuvo viviendo aquí, empezó a abusar de mí.

─Apresúrate y quítate la ropa─ me dijo una noche que mamá había ido a trabajar a la peluquería.

Yo hice caso omiso, y en un abrir y cerrar de ojos quedé desnuda frente a él.

─Buena chica─ dijo con sorna─. Ahora, ponte en cuatro.

Me di la vuelta lentamente, él se paró de la cama... y se bajó el cierre de su pantalón.

Luego de dos años insoportables llenos de amenazas y aún más abusos, decidí ponerle fin a esto, y encaré a mamá en la cocina un día que Akio se fue al bar.

─Mamá..., no me gusta... ¡No me gusta ese hombre!

─¿Por qué dices eso, querida?

─Porque... cuando tú no estás él... abusa de mí...

Lo siguiente que recibí fue una cachetada que me dejó roja la mejilla. Quedé con la cabeza girada, y haciendo un enorme esfuerzo por no llorar.

─¡Aquí no hay lugar para las mentiras! ¡Él es incapaz de hacer eso! ¡Si no te gusta entonces fuera de mi casa! 

Al día siguiente, antes de ir a la escuela, Akio me hizo una advertencia que me heló la sangre:

─Vuelves a abrir la boquita, y te dejo preñada.

─Yo...

─¿Tú qué?

─Yo... ¡YA ME TIENES HARTA!─ le propiné una patada en los genitales, y salí corriendo con la mochila colgada de un hombro.

Ya en la escuela, yo intentaba prestar atención a las explicaciones de la profesora acerca de la regla de tres. Me era imposible aprender algo con todo esto que me estaba pasando, el ambiente de la casa influye mucho en el comportamiento de una persona.

Entonces me llegó un mensaje al celular. Lo saqué de la mochila y era Akio. Decía:

Akio: La próxima que te vayas así, y lastimando a tu nuevo padre, te voy a castigar como nunca te han castigado en la vida.

Me tapé la boca del horror que me embargó en ese instante, y guardé el celular en la mochila. Ahí fue cuando tomé una decisión: 

─Hakodate-sensei, ¿puedo ir al baño?─ le pregunté.

─Adelante, Nozomi-san.

Entonces salí de la clase, pero en realidad no iba al baño: iba a ir a la playa a suicidarme ahogándome en el agua.

Fui caminando, pensando en lo que iba a hacer. Si me quitaba la vida, dejaría de ser un estorbo para mamá, dejaría de sufrir, y nadie, pero nadie se dará cuenta de mi ausencia, ni siquiera les debe importar.

Llegué al océano. Era un bello paisaje, y me relajaba mucho ver las gaviotas, el sol reflejándose en el agua, sentir el olor a mar... Sonreí por última vez y me encaminé en el agua, hasta que...

─¡Oye, espera!─ gritó un niño a mis espaldas.

Me di la vuelta y reconocí ese rostro: era un niño de piel morena, ojos verdes y una cicatriz en medio de las cejas.

DATOS: 

La parte del pasado de Nozomi acerca del padrastro la saqué del pasado de Mayu de Elfen Lied.