Capítulo 2

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Sara

Solo faltan dos días para comenzar mi último año de secundaria, y la verdad es que en parte no me emociona. Otro año más de clases, exámenes, profesores pesados, y compañeros idiotas. Otro año más en el que recuerdo que mi padre ya no está, porque un día se fue sin avisar y jamás volvió.

Él era todo para mí. Antes de que se fuera, mi vida era perfecta. Desde pequeña, siempre me hacía reír, me llevaba a la plaza, me hacía cosquillas, me sorprendía con regalos.

Fue un buen padre, cariñoso y preocupado, se notaba que me quería, o eso pensaba yo.

Estaba a pocos meses de cumplir 15, me había prometido un viaje fuera del país y yo estaba muy entusiasmada con la idea, ya quería que llegara. Pero un día, en mi tercer año de secundaria, nunca fue a recogerme al colegio.

Y sabía que mi madre no iba a hacerlo, ya que trabajaba en ese horario.

Lo llamé, le envié mensajes, ya que era extraño que no me haya avisado nada, pero su respuesta nunca llegó.

Tomé un taxi a mi casa, y lo esperé todo el día, pero nada.

Cuando mamá llegó de trabajar le pregunté por él, pero como siempre, me miró para luego ignorarme.

14 años de vida eran suficientes para darme cuenta que las cosas entre mis padres no andaban bien, pero nunca voy a entender por qué mi padre se fue de la nada sin dejar rastro, ni explicaciones.

Me dolió muchísimo y por bastante tiempo pensé que yo había hecho algo mal, que era mi culpa, pero luego me consumió la bronca.

Me abandonó, y eso no lo hace una buena persona.

Comencé a odiar a mi padre internamente, me alejé de mi mejor amiga de toda la vida, dejé de estudiar, faltaba a clases, salía de fiesta más de lo usual, me crucé con gente que me llevaron al mundo de alcohol, sexo y drogas.

Estaba perdida, y mi madre nunca se preocupó ni un poco por mí, por lo que también la odio a ella.

Lo único que hacía era comprar un par de cosas en el supermercado de vez en cuando para que yo me cocine y así poder comer. Se hace la que se preocupa por mi bien, pero no es así. Se nota que lo hace por obligación.

No me voy de mi casa porque, además de que no tengo a donde ir ni cómo mantenerme, no estoy lista para una vida de adulta, y menos sola.

Luego de lo de mi padre, el colegio comprendió mi situación y decidió darme una beca para que yo pudiera seguir estudiando allí. Estuve al borde de perderla varias veces, por causa de mis faltas y rateadas de clase.

Por casi dos años viví en ese mundo. Pensaba que nada me importaba, pero en realidad sí. Lloraba todas las noches por lo que hacía, pero a la vez no dejaba de hacerlo. Me sentía demasiado sola y me encontraba en un pozo muy profundo del que se me hacía imposible salir.

Hasta que hace aproximadamente 4 meses, como si hubiera escuchado mi pedido de auxilio, mi mejor amiga apareció en la puerta de mi casa, luego de mucho tiempo sin hablarnos, ya que la última vez que lo hicimos yo la había tratado para la mierda y a mí no me daba la cara para llamarla o hablarle. Apenas la vi me largué a llorar y la abracé con todas mis fuerzas. La extrañaba muchísimo y la necesitaba más que nunca.

Gracias a ella de a poco pude salir de ese mundo que tan bien y mal me hacía. Hoy en día volvimos a ser las de antes, y le voy a estar agradecida toda la vida.

Aunque el enojo por mi padre nunca se fue, y no voy volver a ser la alegre y buena chica que solía ser. Ese señor me quitó eso, me cambió completamente, y por eso es que deseo nunca más volver a verlo, no se merece que piense en él ni que lo extrañe ni nada, ya que nunca me quiso.

Sin embargo, decidí que este año será diferente. No tengo que dejar de estudiar o que las cosas dejen de importarme por causa de un hombre que nunca me quiso.

Nuevo año, nuevos objetivos.

Me dije a mí misma que tengo que esforzarme por disfrutar mi vida, y no hacer de ella una rebeldía.

Con estos pensamientos, decidí trabajar en el verano, para comenzar a ahorrar mi propia plata. Solo fueron tres meses, pero algo es algo.

Como soy menor de edad, no era nada fácil que me den un empleo en cualquier lugar. Mi amiga Emma ofreció a sus padres para que me ayuden, a lo cual me opuse, ya que me daba vergüenza. Había tratado a su hija muy mal hace un tiempo, y no se lo merecía.

Mi amiga insistió demasiado, me explicó que ya había hablado con sus padres y que "me habían perdonado". Dude mucho, pero al final me convenció.

Lograron que me acepten en un restaurante en el que tenían un conocido.

Trabajé los tres meses como moza, desde la mañana hasta que se ponía el sol. No quería el turno de noche, ya que era peligroso volver a casa tarde y sola.

La verdad es que no sé qué hubiera sido de mi vida si no fuera por Emma. Es la única persona en la que confío. Fue siempre honesta conmigo, hasta me contó que en el colegio hablaron muy mal de mí y no querían acercarse por miedo.

Me resultó demasiado exagerado que hayan llegado a tenerme miedo. Como dije antes, compañeros idiotas. Por esto es que no necesito más amigos. Pero este año será diferente, no me importa mucho lo que piensen de mí, pero será más que evidente que ya no soy la misma ni me comportaré como en los dos últimos años.

Estoy pensando si seguir trabajando cubriendo el turno de tarde aunque comience el colegio. Pero no quiero abusar, el contrato era de tres meses. Así que creo que trataré de conseguir algo por mi cuenta.

Decido poner música y agarro mi celular para hablar con Emma.

Ella sí que está emocionada por nuestro último año, y la verdad que un poco de su entusiasmo se me pega.

Solo quiero que el año transcurra de forma tranquila, pero con una amiga como ella me esperan muchas fiestas, y chicos a los que quiere engancharme.

Veo que tengo un mensaje de mi amiga. Es de hace 5 minutos.

"¿Ya tienes lista tu remera?"

Tardé unos segundos en entender a lo que se refería. ¡La remera! ¡¡Noooo!! Lo olvidé completamente.

En el último año de secundaria, la noche anterior al primer día de clases, todos los que pasamos a quinto año (en el caso de mi ciudad), realizamos una fiesta privada que dura hasta la hora de ir al colegio.

Se le llama UPD (último primer día, de clases). Es una fiesta entre los futuros egresados, como dando inicio al año, donde todos se emborrachan, se drogan, contratan a un dj, un barman y un fotógrafo y así.

Hay colegios que la realizan junto a otros, es decir de a varios. Pero nosotros decidimos hacerlo solos. En realidad decidieron mis compañeros, ya que yo no suelo opinar, solo los sigo.

Volviendo al tema del que me habló mi amiga, cada uno se hace una remera diseñada personalmente acorde a los colores del logo y uniforme del colegio, y algunos también incorporan el año en ella.

En este caso somos la promo 20, claramente porque estamos en el 2020.

La fiesta era mañana, y yo no tenía ni una remera vieja para usar.

Le respondo a Emma.

"Lo he olvidado por completo. Soy una tonta"

Me responde a los pocos segundos.

"No te preocupes, si quieres vente y te ayudo. Tengo algunas cosas de sobra"

Sonrío al leer el mensaje. Emma es la mejor. Estos últimos 4 meses pasamos mucho tiempo juntas y pude conocer lo nuevo en ella. 

Le digo que ya voy para allá y comienzo a buscar en mi armario.

Debo tener alguna remera que ya no use. 

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Este capítulo es para conocer la vida de Sara. 

Espero no haberlos aburrido mucho!

Paciencia para que llegue lo bueno.

Kisses virtuales.

Te reto a enamorarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora