La humedad en el aire le hizo sentir más calor del que debería, a pesar de las continúas brisas que llegaban a chocar contra su rostro de tanto en tanto. Cerró los ojos para poder apreciar la suave melodía que provocaron los árboles al moverse, y el sonido de los peces al nadar. Se concentró especialmente en sus hebras castañas envueltas en un vaivén delicado.
Una paz poco imaginable lo invadió, como pocas veces que podía permitirse sentirse bien consigo, pero más bien era una especie de tranquilidad transformada en nostalgia; tranquilidad falsa, quizás. Sonrió para sus adentros al identificar de nuevo esa molesta sensación que le oprimía el pecho.
El ruido del festival apenas podía escucharse a lo lejos, aunque realmente no se había alejado más de unos cuantos pasos. Le gustaba la quietud del bosque, y agradecía la oportunidad que tenía para contemplar las estrellas. Desde ese punto, no pudo evitar pensar en el rumbo de su propia vida, sus decisiones, sus errores y sus aciertos (que eran pocos). Recordó el rostro de su padre también, añorándolo.
La vida es tan efímera y fugaz, que no existe suficiente tiempo para intentarlo todo. Muy pocas son las personas que logran trascender.
Tal vez, solamente tenía que armarse de valor y lanzarse contra el vacío. Intentar lo absoluto. ¿Qué era la felicidad sino una construcción utópica de lo correcto? Simplemente lo haría. Subió un pie para traspasar la rejilla de madera e impulsarse con sus manos para caer al río.
Antes de que pudiera lanzarse, escuchó el sonido sordo de los arbustos y pasos aproximarse. Rápidamente cambió de opinión, y con un gesto ecuánime, decidió volver a su posición inicial, vigilando con sus ojos a la persona que salía de entre la oscuridad.
—Neji —lo observó sorprendida, pero en un segundo caminó hacia el río, ocultando su rostro—. Descuida, no seré una molestia y pronto me iré. Necesitaba un poco... un poco de aire.
Le sonrió a medias sin mirarlo.
Neji cruzó los brazos y observó su espalda. Si no se equivocaba, ella era Ino Yamanaka, una de las estudiantes de segundo año en su mismo instituto, un año menor que él. Le parecía tan extraño verla con aquel yukata de color lila, parecía mucho más madura que con el uniforme del colegio, pero definitivamente, no lucía mal. No obstante, Neji alcanzó a percibir un brillo inusual en sus ojos, ¿estaba llorando?
Se sintió incómodo. Una de sus fortalezas nunca fue ser paciente para soportar el llanto. Seguramente la chica se había topado con ese lugar por la misma razón que él; para estar sola y buscar un nuevo sentido a la vida. Y de pronto, que aquella sensación conocida también fuera compartida por ella, no le gustó. No conocía bien a Ino y no tenía ningún interés en ella o en sus sentimientos, pero no le gustó que una chiquilla inocente como ella estuviera siendo perturbada.
—¿Qué haces lejos del festival, Neji? —le sonrió, limpiando el rastro de las lágrimas que arruinaron su maquillaje casi perfecto, como si no le hubiera afectado ser descubierta por él—. La verdadera diversión está allá, fuera de este sitio deprimente.
Neji permaneció inmutable.
—Seguramente, lo mismo que tú.
Su respuesta fue seca, pero eso a Ino no le molestó, pues se echó a reír, dándole la razón.
—¿Quieres un poco? Me lo robé de un puesto —del interior de su yukata sacó dos caramelos, uno para ella y el otro se lo ofreció con gusto.
Neji no supo porqué, pero aceptó el caramelo sin chistar, dejándolo en el interior de su mano.
—Esta cita es mucho mejor de lo que pude esperar —mostró una sonrisa muy amplia y Neji se perdió en ella antes de reaccionar.
—¿Cita? —preguntó incrédulo, alzando una ceja. Ino por su parte, rió animadamente.
—Eres mi cita, Neji —iba a negar y decirle que posiblemente había enloquecido, pero Ino no le dio oportunidad—. Ambos nos salvamos.
La miró fijamente, entendiendo su mensaje entre líneas. ¿La había salvado a ella? ¿Ella lo había salvado?
Nunca creyó que la chica que siempre veía a la distancia, sonriendo todo el tiempo y hablando con todos hasta por los codos, en el fondo se sintiera tan vacía y sola como él. Para Neji, estaba claro que Ino Yamanaka utilizaba una mascara artificial ante la sociedad, y no supo distinguir si le había gustado o disgustado ser testigo de sus verdaderas intenciones.
Frunció el ceño por primera vez. Normalmente trataba de ser escuálido a cualquier expresión y mantener una cara neutral, no obstante, la interrogante le hacía eco en la psique una y otra vez.
La miró fijo, ella contemplaba el cielo ensimismada, siendo iluminada únicamente por la luna. Su figura le pareció sumamente entretenida de ver, casi como un espectáculo. Ella abrió los labios en el preciso momento que los fuegos artificiales comenzaron a estallar, pintando el cielo de múltiples colores. Ino era como una niña pequeña, ilusionada con algo tan sencillo. Neji sonrió de medio lado.
No supo por qué, pero de un momento a otro, Ino consiguió tomarle la mano y entrelazar los dedos. Neji abrió los ojos, pasmado sin saber qué hacer o qué decir. Sentía la piel fría de la chica, y un cosquilleo intenso recorriendo todo su cuerpo.
—Hay una leyenda que dice que tu destino estará unido a la primer persona que sostengas su mano durante el festival de fuegos artificiales.
Ella se aferró a sus dedos y Neji ya no pudo apartarse.
¿Su salvación y su destino?
Tal vez valía la pena vivir un poco más para comprobarlo.
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Fecha original: Sep 12, 2019.
Créditos al autor de la imagen.
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Memories [Ino Multishipper]
FanfictionColección de Drabbles y One-Shots independientes. Multishipper. Ino x All "Por cada página en blanco, prometo escribir una memoria. Un recuerdo nuevo formado entre líneas". Durante más de diez años me he encargado de escribir todo acerca de Ino Yama...