|33| Diminuto problema

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Observó a los dos hombres que estaban sentados frente suyo y frunció el entrecejo de forma infantil. Ambos le regresaron una mirada confusa, y el pequeño apretó todavía más los labios. No entendía por qué estaban allí, en su casa.

A uno de ellos lo estimaba demasiado, eso era obvio. Lo quería por la gran amistad que conservaba con su madre a pesar de los años, además de que con él siempre era muy bueno. Lo consideraba como parte de su familia, y su madre siempre decía que lo quería muchísimo, que sin él no podría vivir.

En cambio, el otro era más bien casi un desconocido. Había escuchado muchos rumores malvados de él, pero también se comentaba que fue un héroe en la guerra; aunque a él no le interesaba tanto lo que pasó antes de nacer, así que los chismes tampoco le importaban. Ese sujeto era extraño, nada más. No era malo, porque notaba su gran esfuerzo por simpatizar, y eso le parecía muy gracioso.

—Ino está tardando demasiado —dijo con tono incómodo uno de ellos, el de cabello tan azabache como la noche y de expresión indescifrable. Se concentró en analizarlo con sus ojos celestes, y el hombre desvió el rostro de inmediato. Eso le gustó. Le gustaba generar terror ante los adultos.

—Eso es bastante común —pronunció el otro, en medio de un bostezo. Rápidamente lo examinó de mala gana. Sin embargo, éste no se perturbó, sino al contrario, lo enfrentó de la misma manera. Eso no le agradó. ¿Será porque, prácticamente, aquella persona lo había visto desde bebé? Según había comentado su madre en varias ocasiones. Entonces, chasqueó la lengua como si nada—. Ino es una mujer. Todas las mujeres son problemáticas.

Observó los dedos del moreno moverse con impaciencia. Tal vez estaba buscando algo... probablemente un cigarrillo. ¿Cómo lo había llamado su madre una vez? "Es un maldito vicioso". Claro que, no entendía el significado de maldito, ni de vicioso. Pero lo que llamó su atención, en definitiva, fue el gesto malhumorado que le dedicó el otro individuo.

—Ino no es como todas las mujeres. Es... diferente —bramó, de pronto avergonzado, y ocultó su rostro con la palma de su mano derecha.

Inojin no podía estar más de acuerdo con él, sin admitirlo. Su madre no era como todas las mujeres.

—Tsk. No sé cómo pudo atraparte.

—Cierra la boca, idiota.

¿Atraparlo? No comprendía porqué el moreno con peinado de piña había dicho eso. Hacía creer que su madre era una ladrona, o algo peor. Punto a favor.

—No creo que debas usar ese lenguaje frente a un niño, sobre todo cuando se trata de Inojin, que aprende muy rápido.

—Cállate —musitó, apartándose un poco.

Entonces, el pequeño Inojin infló las mejillas y contuvo el aire con fuerza. Los observó de nuevo, de forma alternada. No sabía decidir cuál de los dos era el que le gustaba más, pero sí estaba seguro de que ninguno debería estar allí, tratando de ocupar un lugar que nunca podría ser suyo.

—Tío, Shika —el aludido levantó la cabeza y lo contempló con atención—. Mi madre piensa que el señor Sasuke es muy guapo, lo dice a cada rato —Shikamaru frunció el ceño y Sasuke sonrió de medio lado, alzando el pecho con orgullo—. Tío, Shika. ¿Sabías que el señor Sasuke ayuda a mamá con la floristería todos los viernes por la tarde, y usa un delantal amarillo, aún cuando no es necesario, porque piensa que así podría caerle mejor a mamá? —Shikamaru ahogó una risilla burlesca, mirando de soslayo a Uchiha, cuyas mejillas enrojecieron—. Creo que hace esas cosas porque mi madre de verdad le gusta al señor Sasuke.

—Hmp. ¿Cómo...?

—Es el hijo de Ino. Es muy perspicaz —soltó su tío, sin dejar el recelo hacia el azabache, pero éste sólo lo ignoró.

Memories [Ino Multishipper]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora