CAPITULO 4 NUEVA AMISTAD

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CAPITULO 4 ENEMISTAD CON PHOEBE I

ALIANZA I

A veces hay verdaderos momentos en lo que deseas no estar en donde esta, desaparecer, no pensar, no sentir, no vivir, simplemente ser nada.

No saber de nadie.

No saber de nada.

No tener sentimientos.

Ni buenos ni malos.

Simplemente olvidar.

¿Para qué vivir en agonía?

P.H.

Helga miraba con un pequeño nudo en el estómago la casa de huéspedes, era increíble que de verdad estuviera ahí, no quería.

Y no era por el hecho de estar con el que en un momento pensó que era el amor de su vida, no, ella ya no sentía absolutamente nada por él.

Era porque Arnold Shortman ya no era un pequeño niño ingenuo y denso, si no que era un joven y con una alta reputación en las mujeres.

Dos semanas en ella y ya sabía todo lo que había pasado con las chicas que estuvieron con él.

En un principio sintió un poco de nauseas por saber en qué se había convertido Arnold pero por otro lado...

En el fondo aunque no quisiera admitirlo sentía envidia.

Aunque ese sentimiento lo mataba, ella no debía sentir nada por Arnold, estaba con Gerald y era a quien amaba.

Lo amaba de verdad, pero la situación con Arnold era demasiado incomoda y molesta.

Por un lado esa mañana había sido muy gentil y amable con su novio pero a ella le seguía enviando mensajes.

Cuyos eran incomodos e inapropiados

Suspiro.

¿Qué más debía o podía hacer?

Toco la puerta y de inmediato abrió el abuelo de Arnold.

-Hola pequeña ¿vienes a ver a Arnold?

-Si señor Shortman

-Por favor dime Phill, pasa pequeña

-Gracias

-¡Elena de Troya, ¿Cómo va todo en la batalla?!

-Todo tranquilo general –Dijo la rubia poniendo pose de militar.

-No le des cuerda Helga –Dijo una voz desde las escaleras, sobresaltando un poco a la rubia

-Vino a verte pequeño hombre

-Lo se abuelo –Dijo un poco cansado el rubio -¿Vienes Helga?

-Claro –Miro a Phill que se notaba un poco preocupado –Con permiso Phill

-Adelante pequeña –Le respondió regalándole una pequeña y dulce sonrisa

-Nos vemos luego general –Dijo la rubia mirando con una sonrisa cálida a la anciana

-Si teniente, la batalla seguramente la ganaras –Dijo guiñando un ojo hacia la rubia.

Helga solo sonrió y después siguió al rubio que la esperaba en las escaleras.

-Estaremos arriba abuelos.

-Si hijo –Dijo Phill sonriendo un poco para después desaparecer hacia la cocina

Helga subió con el rubio quien al llegar a su alcoba sostuvo la puerta para que ella pudiera entrar.

-¿Por qué no podemos realizar la tarea en tu comedor?

AMOR U OBSESIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora