Woodbury

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meses Después

Seguía caminando junto a Michonne y Andrea, nuestra nueva compañera de viaje. La habíamos conocido hacía un mes y me caía muy bien, aunque su curiosidad sobre mi pasado a veces me enfadaba. Michonne, por otro lado, era la persona más valiente que había conocido, y también la más reservada.

Yo no sabía mucho sobre ella, solo lo "necesario", y suponía que ella sentía lo mismo sobre mí.

Andrea había enfermado recientemente y necesitaba medicinas, pero no las encontrábamos. Así que decidimos dirigirnos a un lugar seguro.
Caminamos en silencio por el bosque, hasta que vimos humo en el horizonte. Nos acercamos con cautela y encontramos un helicóptero estrellado.
Michonne quiso investigar, pero antes de que pudiera hacerlo, llegaron unos hombres armados y mataron a los pilotos malheridos.

Luego se llevaron todo.

Los caminantes que Michonne siempre llevaba consigo comenzaron a hacer ruido, alertando a los hombres.

Michonne se levantó con fastidio y les quitó la cabeza con su katana. Luego se escondió detrás de un arbusto, al igual que nosotras.

—Rubia... —dijo un hombre, viendo a Andrea con una sonrisa maliciosa.

—Merle... —susurró Andrea.

Luego sentí un golpe en la cabeza y mi vista se volvió borrosa.

Cuando recuperé la conciencia, estábamos bajando de un auto y era de noche.

Entramos en una casa y nos atendieron unas enfermeras. Revisaron a Andrea y nos dieron una habitación para las tres.

—Muy buenas noches, bellas damas —dijo el hombre sonriendo—. Soy el Gobernador y les doy la bienvenida a Woodbury.

Que ridículo autollamarse así.

Nos enseñó el lugar y nos dio ropa, pero nos quitaron nuestras armas. Michonne no estaba de acuerdo, y yo compartía su sentimiento.

—Mañana nos iremos de aquí —dijo Michonne, guardando algo en su bolso.

—¿Qué? Claro que no, el Gobernador es muy amable con nosotras —dijo Andrea.

—No lo conoces —replicó Michonne—. Nos iremos mañana.

Andrea se durmió enojada con nosotras, pero Michonne tenía razón. No era seguro quedarse.

Al día siguiente, desperté por la luz del sol. Andrea ya no estaba, al igual que Michonne. En la mesa nocturna había un cepillo. Me cepillé y me vestí, decidido a explorar este extraño lugar.

—Hola, mucho gusto soy Milton —dijo un hombre con lentes.

—Hola —dije.

Milton hablaba del lugar y yo solo lo escuchaba. Me invitó a desayunar y acepté. Fuimos a un departamento donde estaba Andrea, Michonne y el Gobernador.

—Hola, me alegra verte aquí —dijo el Gobernador, sonriendo.

Michonne parecía incómoda. —Quiero las armas de vuelta —dijo, viéndolo fijamente.

—Claro, se las daremos mañana. Hoy disfruten —respondió el Gobernador

Desayunamos en silencio. Andrea y el Gobernador hablaban entre ellos. Luego nos levantamos para irnos.

—¿Puedo usar el baño? —dije antes de levantarme.

—Claro, es la puerta del fondo. Los alcanzas —dijo el Gobernador.

Me dirigí al lugar donde había visto nuestras armas y las recuperé. Me las coloqué en la espalda y salí con cuidado. Busqué a Michonne y la encontré.
Me dirigí al lugar donde había encontrado las armas y agarré la katana de Michonne, me la coloqué en la espalda, las pistolas y mis dagas. Salí con cuidado del lugar y vi que no había nadie. Corrí al lugar que el Gobernador nos había asignado y escondí todo.

Luego decidí ir a buscar a Michonne. No conocía el lugar y decidí investigar un poco más. Me adentré en un área desconocida, rodeada de árboles y maleza. De repente, vi una estructura extraña al fondo. Me acerqué con cautela y encontré un campo rodeado de jaulas.

Las jaulas estaban llenas de caminantes, pero había algo extraño en ellos. Parecían... diferentes. Su comportamiento era más agresivo, más organizado. Me sentí un escalofrío en la espalda.

¿Qué está pasando aquí?

Encontré un papel clavado en una de las jaulas. Era un informe médico, pero las palabras "Proyecto Génesis" y "Sujeto 17" me llamaron la atención.

¿Qué tipo de experimentos están haciendo aquí?

De repente, escuché un ruido detrás de mí. Me di la vuelta, listo para defenderme. Pero era Michonne.

—Nos tenemos que ir —le susurré al oído, y le conté lo sucedido.

—Bien, hay que conseguir las armas —dijo Michonne.

—Ya las tengo, pero vámonos antes de que se den cuenta —dije.

Michonne me miró enojada, pero no dijo nada.

—Nos tenemos que ir, Andrea. ¿Te quedas o te vas? —dijo Michonne, seria.

—Qué tan rápido, ustedes me servirían en el ejército que tenemos. Sé que son fuertes —dijo el Gobernador.

Ese hombre no me caía nada bien, y veo que Andrea ya estaba muy cerca de él. Ya la había manipulado.

Andrea decidió quedarse, y yo estaba decepcionado.

Agarramos nuestras cosas y nos fuimos. El Gobernador, antes de irnos, nos miraba con odio.

𝑯𝒂𝒔𝒕𝒂 𝒆𝒍 𝑭𝒊𝒏 | ℭ𝔞𝔯𝔩 𝔊𝔯𝔦𝔪𝔢𝔰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora