Blog de Carretera

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—¡Agh, tengo hambre, Mildré! ¡Necesito comer algo ahora!

—¿Cómo puedes decir eso, Brendon? ¡Si tú fuiste quién se terminó toda la comida en el desayuno!

—Pues tal parece que ni eso fue suficiente para mí... —se justificó el menor, desviando la mirada por unos cuantos segundos. Al cabo de un momento, preguntó—: ¿Todavía estás enojado porque te dejé tan sólo una galleta de arroz?

Mildré no respondió al instante. Mientras caminaba con su primo al lado, escuchaba a su estómago rugir con ganas, pero no por eso conservaba su cara larga. Había una razón oculta detrás de su reciente seriedad que no tenía nada que ver con su obvia falta de alimento. Sin embargo, queriendo aparentar normalidad, negó con la cabeza, y declaró—: No, no estoy enojado contigo. ¿Qué te hace pensar eso?

—Pues, andas muy callado hoy... Y no me has dirigido la palabra desde que empezamos la caminata.

—... Perdón —se disculpó—. Mi mente anda centrada en otra cosa.

Brendon apartó su mirada, viéndose de pronto desanimado en hablar. Siguiendo los pasos de su primo, quien mantenía la cabeza gacha, pronto tomó la tarea de vigilar la carretera, deseando que al verla se distrajera, y no pensara en el hambre que le invadía desde que abandonaron la Combi destrozada.

Mirando de reojo a las piedritas y a la maleza que pisaba, Mildré no dejaba de pensar en lo sucedido con su primo durante el día anterior. Se había quedado prendido de esa charla sobre las estrellas, y no paraba de darle mil vueltas al asunto a cada paso que daba. Admitía que Brendon hablaba con razón, y que su plática motivacional era realmente inspiradora, pero había un sentimiento extraño en él que no le permitía aceptarla como verdad. Un sentimiento mezclado con la tristeza y la añoranza, quizá producto de su amnesia sentimental. Mildré no podía dejar de pensar en esas pequeñas estrellas y lo que para su primo representan, consciente de que él nunca había visto las cosas de esa forma, y por ende, se había impuesto a sí mismo una especie de dañina represión.

Una represión de la que, si no se liberaba, iba a desbordarse como una presa de agua.

Hostigado por tanto silencio, necesitado de respuestas, Mildré alzó su voz en un tono un tanto serio, y preguntó—: Brendon, ¿recuerdas lo que dijiste ayer sobre las estrellas?

—Eh, sí, lo recuerdo... —respondió el menor, confundido por la repentina pregunta de su primo—. ¿Por qué?

—Bueno... Tú dijiste que los momentos felices siempre estaban ahí, y los podíamos ver al final del día para terminarlo con alegría, ¿no? —Brendon asintió, intrigado por la conversación. Mildré tomó aire, y soltó—: Pero, ¿qué pasa si cuando miro al cielo sólo hay nubes y oscuridad? ¿Cómo sé que en mi vida tengo estrellas si no puedo verlas?

—Oh, pues... No porque no puedas verlas, no significa que no las tengas —respondió el pelirrojo, alzando la mirada en busca de una explicación en su mente. Con el dedo en su labio inferior, expresó—: Es como cuando es de día, y hay lluvia ocultando al sol. No importa qué tan intensa sea, el sol todavía está ahí detrás. Así que... Supongo que con las estrellas es igual. Por más oscura que sea la noche, seguro alcanzas a ver aunque sea una estrella fugaz.

—¿Pero qué si la noche es demasiado oscura, y no puedo ni ver la palma de mi mano? ¿Qué si al mismo tiempo hay una fuerte tormenta, y lo único que brilla es el agua y no las estrellas? ¿Cómo voy a pensar en ellas si ni siquiera...?

—¡Te preocupas demasiado! —le interrumpió Brendon, ligeramente abrumado. Mildré contuvo sus preguntas en un suspiro cansado, y ocultó su rostro unos segundos con su antebrazo. Al levantar la mirada de nuevo, sólo escuchó a Brendon diciendo—: No deberías pensar en todos los impedimentos que hay, eso no es sano. En vez de eso, podrías centrarte en lo bueno, buscar una forma de resolverlo... Si buscas el error con más esmero del que usas para la solución, ¿cuándo vas a lograr verla?

Booze n' Buzz: Cerveza de Abeja | YA DISPONIBLE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora