Veintisiete ; final.

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Mangel salió de su apartamento corriendo escaleras abajo. Su hija, que llevaba en brazos su oso de peluche y sobre sus hombos una mochila amarilla, trataba de seguirle el paso a su progenitor.

El pelinegro trataba de llamar al teléfono de Rubén, en un desesperado intento de poder contactarse con él y suplicarle que lo esperase.

- ¡Mierda! — masculló en un murmullo, irritado de escuchar ya por cuarta vez el contestador.

- ¿Pedimos un taxi, papá?

Mangel se odió a si mismo por no saber conducir. Nota mental: aprobar el examen de conducir. Nunca sabes cuando estarás en una situación así.

Aunque trató de encontrar algún taxi libre estacionado, no lo encontró. Todos los parkings estaban vacíos.

- ¿Que tal se te da correr kilómetros?

- Sabes que corro igual de lenta que papá, papi... — murmuró Maya, frunciendo el ceño.

Mangel comenzó a planear otra ruta alternativa mientras su hija se sentó en un banco mientras observaba a la gente pasear y balanceaba sus piernas al aire.

El claxon de un coche lo hizo dejar de pensar. Entreabrió los labios al ver quien era el dueño de aquel descapotable rojo.

- ¿Mirage?

El mayor se quitó las gafas de sol azules que llevaba. Apoyó su codo en la ventanilla.

- Mangel, ¿que te pasa? Te veía preocupado y... — murmuró.

- Mirage, llévanos al aeropuerto, — suplicó — por favor.

Aunque el de cabellos rizados estaba algo confundido por aquello, no dijo nada. Solo asintió rapidamente.

- Por supuesto, subid.

Mangel llamó a Maya, para que entrase al coche. La nila, obediente, entró.

- Tenemos prisa, Mirage. ¿Crees que podrías ir rápido?

Una sonrisa se extendió en el rostro del mayor, quien tronó sus dedos rápida mente y los volvió a colocar sobre el volante.

La velocidad aumento mucho, notablemente. Mientras Mangel trataba de llamar y dejaba correos en el buzón de Rubén, Maya hablaba con aquel hombre se cabellos rizados.

- ¿Te gusta el bacon?

- Mucho.

- ¿Tienes novia?

- Mh nop.

- Es una lástima. — dijo la castaña — ¿Puedo ser tu novia?

Mirage no pudo evitar reir, enternecido. Era la primera vez que alguien le decía algo así.

- Vaya, no lo sé. ¿Por qué querría ser una chica tan guapa como tú, novia de alguien como yo?

Maya rió un poco.

- Bueno, sé que soy guapa, pero tú también lo eres. Eres miy lindo, ¿lo sabías? — sonreía tontamente Maya, apoyando su mejilla en el hueco en el que podía asomar su cabeza para mirar al hombre.

- Oh, me halagas mucho, linda.

- ¿Entonces somos novios?

- Claro, si tú quieres.

- ¡Papá, tengo novio! — chilló la niña entusiasmada.

Mirage aguantó una carcajada. Pero es que aquella niña era demasiado linda y tierna.

- Maya, deja a Mirage conducir.

- ¿Eres famoso? Me suena haber visto tu cara antes...

- Sí, bueno, soy actor. — sonrió orgulloso.

Hey, Auron...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora