- ¿Hablas en serio? — inquirió Irina, sorprendida.
Mangel asintió, nada orgulloso de lo que había contado. — Soy idiota, lo sé.
- No, él es el idiota. — corrigió la chica de cabello rubio.
Y lo vierto, es que el odio que ambos le tenían a Rubén les unió mucho. Y ahora eran mejores amigos.
- Odio que mi cuerpo reaccione así, Irina. Es como un puto amuleto maldito. — gruñó — ¿Que hago?
La chica apoyó su mano en el hombro de Mangel, mirandolo con tranquilidad. — Elemental, mi querido amigo. Necesitas buscar a otro.
- ¿Tú crees?
- Pues claro. Tú prueba, yo hice eso.
- ¿Tú...te acostaste con mujeres?
Irina no respondió.
- Oye, para eso está la Universidad, ¿no?
Mangel soltó una fuerte carcajada. — Sí, supongo.
- Mira, escucha. — habló — Vas a una discoteca, le sonríes a algunos chicos y picarán. Te lo aseguro.
Mangel lo meditó. No estaba muy convencido de aquello.
- ¿Estás segura, Irina?
- Mangel, eres guapisimo. Podrías tener a más de diez hombres a tus pies si al menos mostrases empeño. — le regañó — ¡Vamos, sal ahí! Ponte algo bonito.
- Bueno...
Irina lo agarró de los hombros, conectandose sus miradas. La mirada de la chica mostraba mucha seguridad, mientras que la de Mangel era todo lo contrario.
- Por lo que me has contado, Rubén intentó besarte... Bien, eso es jugar sucio. — comentó — Él cree que sigues a sus pies, así que apuñalalo por la espalda besando a otro chico.
Lo pensó, y esta vez le pareció bien.
- Sí, bueno. Suena bien... — murmuró.
- Pues claro que sí. Venga, cuido yo a Maya.
- Vale... Pero no te aseguro que vaya a hacerlo hoy mismo.
- ¡Joder, Ángel! No te estoy pidiendo que te lo lleves al altar y empieces a parir bebés. — exclamó — Solo que eches un polvo, y ya.
Bueno, tal vez no era tan malo.
••
Estúpido, estúpido y más estúpido, ¿cuantas veces se había repetido Mangel aquello? Había sido una muy mala idea ir allí, ahora estaba mucho más deprimido.
¿La razón? Habían puesto una canción. Y muchos chicos se acercaron, pero él les negó las invitaciones.
Y ahora se encontraba en la barra de aquella discoteca, bebiendo un martini mientras se repetía una y otra vez lo mucho que odiaba a Rubén.
- ¡Hey! — exclamó un desconocido.
Era un alto chico, de cabellos rizados y oscuros. Llevaba una camisa blanca y un delantal, como los demás camareros.
- ¡Cuanto tiempo ha pasado! Como has cambiado, eh.
Mangel no había visto a aquel hombre en su vida, de eso estaba seguro, hasta aun haberse bebido ya tres martini.
Entonces comprendió que era un método de ligoteo. Así que le siguió el juego.
- Oh, yo, mh... ¡Sí, cuanto tiempo! — exclamó.
- Sí, fuimos al instituto. ¿Te acuerdas?
Mangel cambió su cara a repentina tristeza. — Verás, lo siento mucho. Es que sufrí un accidente de coche y perdí la memoria... Me cuesta recordar caras.
La cara del homnre se tornó entre trsiteza y repentino nerviosismo.
- Oh, Dios. Cuanto lo siento, en realidad no nos conocemos. Lo siento muchisimo...
- Era broma no he sufrido ningún accidente. — Mangel encarnó una ceja — Pero te merecías eso por usar ese método de ligue.
El menor aguantó las carcajadas que deseaba soltar al ver la cara de sorprendido y confundido del chico.
Finalmente, el camarero se unió a las risas.
- Wow, vale, me has pillado. — rió entre dientes, negando. — Eso ha sido la hostia, me lo merecía. Verás, soy Mirage.
- Miguel Ángel. — se presentó él.
- Perdona por el método tan estupido. Mis amigos dijeron que yo sería incapaz de conseguir el número de un chico bonito, así que...
- Entiendo. — murmuró, bebiendo un sorbo de su bebida.
- Si empezamos de nuevo, hablando como personas normales...¿me das tu número?
Mangel sonrió.
- Bueno, empecemos entonces.
El hombre rodeó la barra, se sentó en la silla de al lado.
- Soy Mirage. — sonrió, mostrando sus blancos dientes. — Y trabajo aquí temporalmente, me dedico al cine.
Creo qur soy alergica a una persona...
Cuando estoy cerca de ella, me quedo sin respiración porque me doy cuenta de lo hermosa que es por dentro y por fuera; cuando la miro la garganta se me irrita, porque quiero volver a decirle que la amo; cuando me habla me arden las manos de picor porque quiero darle la mano y nunca soltarla; y cuando la veo lejos me lloran los ojos, porque le quiero gritar "¡Dios, no, por favor! No te vayas, por favor. Te necesito al lado más que nunca..."
Creo que debería de ir al médico.
Realmente creo que debería de ir al médico. Pero tengo miedo de ir.
Tengo miedo de que me diga lo que ya sé:
“Usted sigue enamorada de esa chica, y la necesita aunque usted la aleje.”
Siento tener que bombardearos con mis amores. Pero realmente le debo una disculpa a ella y soy gilipollas. Y tengo miedo de etiquetarla aquí para que vea esto...
Sinceramente, soy gilipollas y eso no cambia.
P. D: LO SIENTO POR LA TARDANZA Y TODO ESO. CAPITILO CORTO Y DE MIERDA, im sorry. me quedé hasta tarde jugando al resident evil 7 y ya me dió pereza
