46. "Un día, el sol se pondrá en mi reinado..."

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P.O.V. Kovu

"No... no, no, no, no..."

Corría bajo la lluvia, en dirección a mi hogar.

Mi mente no procesaba las palabras de Denali.

Tu padre ha muerto...

Mi corazón palpitaba a tal grado que podría salirse de mi pecho, y corría con todas las fuerzas que podía.

"Esto no es real..." me decía a mi mismo, pensando que pronto despertaría de esa horrible pesadilla.

No podía ser, no quería aceptarlo...

Mis piernas se movían en contra de mi voluntad, lo único que quería era llegar a casa y ver a mi padre esperándome.

Me negaba a aceptar que lo había perdido... no de nuevo...

¿Por qué?

Justo cuando regresaste a mi, me abandonas de nuevo...

Llegué al puente, ni siquiera me detuve a mirar a Tiago y a Dumaka.

Me llamaban para que me detuviera, pero no podía...

No había nadie resguardando la entrada al territorio de mis padres, pero no me importó, seguí con mi camino.

Los habitantes de la tribu comenzaron a llamarme, no hice caso.

Finalmente, llegue...

La lluvia se había detenido, y fuera de mi hogar, estaba la tropa de mis padres.

"¡Despierta ahora! Solo es un mal sueño..."

No, no lo era.

Me abrí paso entre la tropa, todos me miraban con lástima, yo solo seguía caminando nervioso.

En la puerta, estaba mi madre. Alzó su mirada a mi, sus bellos ojos lima estaban enrojecidos; temblaba de frío y miedo.

Quería decirme algo, pero solo abrió su boca, las palabras no eran capaces de salir. Podía ver el miedo en sus ojos, la profunda tristeza que comenzaba a consumirla.

No...

Me quité la chamarra, quedándome en la blanca camisa que había traído más temprano, y cubrí a mi madre con ella.

Entré a la mansión, había un rastro de sangre...

"Última oportunidad, solo despierta..."

Mi mente seguía negando la realidad, y yo seguí con mi camino.

Pasé al lado de la oficina de mi padre, un nudo se hizo en mi garganta al ver el charco de sangre que había ahí...

Todo esto se veía como la obra macabra que una leona haría...

Pasé saliva con dificultad... solo esperaba que al subir, vería a mi padre vivo.

No importaba si estuviese herido o débil, solo quería que siguiese aquí, conmigo.

Subía las escaleras con miedo, me detuve al ver el cuadro de mi padre y mi madre cargandome cuando era bebé.

"Es un hombre fuerte, no puede estar muerto..", pensé al ver el rostro de mi padre en la pintura, con ese temple que lo caracteriza.

Me dirigí a la habitación de mis padres, me detuve en la puerta.

Inhalé una bocanada de aire, nervioso, solo esperaba que al abrir la puerta, el estaría ahí sentado, y todo habría sido un malentendido...

Pero de nuevo, la vida me dio una patada donde más me duele...

El Rey León: Un nuevo amanecer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora