Three

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Al ser ya la hora del desayuno, tuvieron que hablar con Odín sobre los pequeños, los cuales estaban preocupados.

Thor fue el primero en ir directamente a la mesa de banquete, mirando a su padre comiendo con su hermano Loki a unos asientos alejado de él.

—Padre, tengo un anuncio que darte— al terminar de hablar, el rubio canoso levanta la mirada de su plato medio vacío, observando intrigado a su hijo.

Loki lo miraba de reojo, sintiendo curiosidad.

—¿Es por eso que estás tan serio?— preguntó Odín, por lo que Thor asistió en respuesta—¿Que sucede, hijo? ¿Encontraste algo en Vüllcán?

—Asi es, de hecho, te los quería presentar— la puerta se abrió después de eso, revelando a la reina Frigga con la niña en sus brazos y tomando de la mano del niño, mirando directamente al Padre de Todo.

Odín miró a su esposa seriamente, paseando su mirada de los pequeños sucesivamente, trasmitiéndoles más miedo del que ya tenían.

Loki los observaba sin expresión en su rostro, pero sin llegar a ocultar su pequeña sorpresa, llevando algo de comida a su boca.

Frigga, al ver el silencio que reinó la sala, bajó a la menor y se colocó a su altura, viendo a ambos gemelos.

—Vallan a presentarse, pequeños— ambos, inseguros, asintieron y se tomaron de las manos, comenzando a caminar lentamente hacia el lugar donde el Dios Padre de Todo los seguía mirando.

Cuando se detuvieron al lado de el, el rubio canoso se volteó para observarlos mejor, bajando un poco su cabeza debido a la diferencia de altura.

—¿Cómo se llaman?— preguntó señalando a cada uno, siendo visto por los otros tres presentes.

—Mi nombre es Astigar, y ella es mi hermana gemela Iri— los presentó el castaño, viendo a su hermana sonreír con algo de nerviosismo.

—los encontré vagando por Vüllcán y decidí traerlos al palacio —volvió a hablar Thor, caminando hasta detenerse atrás de los niños, protegiéndolos— ellos necesitan desayunar, Padre.

El rey asistió, haciendo un ademán con su mano para que se pudieran sentar, cosa que hicieron, sentándose a ambos lados del Dios del Trueno.

El pelinegro los miraba con desdén, levantándose lentamente de su asiento pidiendo disculpas para desaparecer por el pasillo, siendo seguido por la mirada de su madre a sus espaldas.

—Diganme, ¿Cuántos amos tienen?

—Tenemos 9, señor Odinson— informó la castaña de reflejos rubios, hablando por primera vez desde que se sentaron en la mesa alargada.

—Escuché que los Vüllcanos tienen habilidades especiales— Thor lo miró ligeramente sorprendido, aunque Odín no se molestó en devolverle la mirada— ¿Nos podrían mostrar? Tengo mucha curiosidad, y supongo que ustedes también.

Frigga y Thor se dieron una mirada entre sí, mientras que los gemelos terminaban de comer y se levantaban de la mesa, mirando al Dios Padre.

—Necesitamos salir a los jardines reales, señor Odinson— el aludido asintió, limpiándose los labios con una servilleta y poniéndose en pié, haciendo que su esposa e hijo hicieran lo mismo.

El padre de todo los guío a través del palacio, indicándoles todas las habitaciones por las que pasaban, hasta detenerse en los jardines reales, donde un inmenso árbol tan vivo y bello se encontraba plantado, justamente donde Loki se encontraba leyendo, sin prestar demasiada atención a los de su alrededor.

El primero en avanzar al centro del jardín fue Astigar, pero de una manera diferente, flotando con sus manos a los costados de su cuerpo e inclinándose un poco hacia delante, guiándose, con la mirada maravillada de Thor y Frigga, mientras que Odín lo miraba con facinación.

Loki lo miró unos milisegundos, pensando que esa habilidad era una de las más vanales y casi inservibles que había visto, al igual que como pensaba de los midgardianos, por lo que retomó su lectura.

El niño miró a su hermana, quién solo entrelazó sus pequeñas manos y bajó la cabeza, sin decir o hacer nada.
Thor, al ver esto, se acercó poniéndose a su altura, levantando delicadamente su mentón, haciendo que ambos chocaran sus miradas.

—¿Qué sucede?—preguntó el príncipe asgardiano, sintiendo una opresión en el pecho, la cual no sabía lo que significaba.

—¿Y si destruyo todo el jardín?—respondió con otra pregunta, sintiendo sus ojos humedecerse, siendo ella la gemela más sensible de ambos, mientras que Astigar era el fuerte por ambos.

El rubio de cabello largo la observó con cariño, teniendo un peculiar brillo en sus ojos, reacción que no pasó desapercibida por los reyes de Asgard.

—No lo harás ¿Sabes por qué?—Iri negó con la cabeza, limpiando sus lágrimas con la palma de sus manos—porque te dije una promesa, y esa promesa la cumpliré, estaré contigo y si sucede algo, estaré aquí para ayudarte a ti a tu hermano.

El rubio canoso quedó maravilloso por tan honestas palabras viniendo de su hijo más orgulloso,  mientras que por otro lado Frigga sonreía abiertamente, teniendo algunas lágrimas en sus ojos.

La pequeña Hellarsottir avanzó hacia su hermano una vez que logró calmarse por las palabras de aliento provenientes de Thor, el cual volvió a posarse al lado de su madre.

—Hiciste bien al decirle esas palabras, hijo mío— el Dios del Trueno asintió, sin despegar la vista de la niña.

Respiró hondo y observó a su alrededor, viendo un tronco caído a algunos metros de distancia.

Se colocó en posición de defensa, como su difunto instructor de poderes le había enseñado para manejar su poder, y de un rápido movimiento su mano se encontraba en llamas, las cuales con solo señalar al objetivo caído, se dirigió quemando parte del césped alto, hasta incendiar por completo aquel tronco.

Sus ojos azules verdosos cambiaron por un momento a un color anaranjado rojizo, pero cuando bajó su mano esta se fue extinguiendo poco a poco, haciendo que su  linda peculiaridad también lo hiciera, volviendo a la normalidad.

Un par de aplausos la desconcertaron, por lo que volteó dándole la espalda al tronco en llamas, mirando a su hermano aplaudir emocionante al igual que Frigga y Thor, los cuales tenían una sonrisa en sus rostros.

El padre de todo sonrió un poco a la menor, felicitándola el silencio.

Loki, quién había mirado todos desde que Thor hablara con Iri, dejó el libro en su regazo para también chocar sus palmas entre sí, dando cortos aplausos, mirando al objeto que logró prender en fuego, el cual se fue apagando cuando la niña dirigió su mano nuevamente hacia el, sorprendiendo a todos menos a su gemelo, que ya lo sabía.

El rubio se acercó corriendo hacia los niños, agarrándolos cada uno en un brazo, tomándolos por sorpresa.

—¡Eso fue increíble, pequeños!— anunció con una enorme sonrisa, girando sobre su propio eje y obteniendo como resultado un par de gritos y risas de Iri y Astigar.

La reina no pudo evitar reír al ver esa escena ante sus ojos, llevándose ambas manos al pecho, viéndolos con ternura.
Odín en cambio, se encontraba sorprendido de el comportamiento de su hijo con aquellos niños, pero en el fondo estaba feliz de verlo así, tan alegre y pensando en otra cosa que no fuese las batallas y el oro.

El Dios de las mentiras se levantó apoyándose del árbol, mirando a su hermano jugar con los pequeños, y sin poder evitarlo, una diminuta sonrisa se plasmó en sus labios, al mismo tiempo que desaparecía por un hechizo.

Y los gemelos sin darse cuenta, habían encontrado a su nueva familia...

La hija de Thor #marvelawardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora