Two

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Iri se sentó frente al tocador mientras suspiraba, no muy contenta de tener que utilizar un vestido.

En cambio, Astigar seguía jugando con el tritón Vüllcaniano entre sus manos, y aunque le quemaba un poco la piel no era difícil agarrarlo.
Para él era muy normal sentir la temperatura corporal de su hermana y del animal tan elevada, no por algo siempre el tritón estaba junto a ella.

Los tritones Vüllcanianos eran los animales defensores del elemento del fuego, tenían la habilidad de transformarse en serpiente debido a su evolución y capaces de generar fuego que brotara del interior de su garganta.

Increíble y raro a la vez.

La de cabello castaño de reflejos rubios dejó que su melena cayera por sus hombros, levantándose y caminando hacia su gemelo, dejando que sus tacones sonaran en la habitación.

—¿Estás lista?—le preguntó Astigar devolviéndole delicadamente el animalito con escamas y arreglándose sus armaduras.

—Por algo estoy aquí parada, tonto—Iri le sonrió, y el castaño se rió sin gracia.

Siempre se molestaban el uno al otro, pero ellos crearon un lazo de hermandad tan fuerte que sorprendió a Thor por no haberlo creado con su hermano Loki.
Ninguno de los dos se podían enojar entre ellos, si Iri necesita ayuda Astigar está ahí para ella y viceversa.

La gemela menor entrelazó su mano con la de Astigar, cruzando la puerta dorada y emprendiendo camino por el extenso pasillo; donde tanto los guardias como las sanadoras y las sirvientes dejaban su reverencia por ser de la realeza.

Ambos miraron al mismo tiempo la pared a su derecha, donde se detuvieron al contemplar el retrato de la familia real asgardiana.

Dónde ahora ellos se hallaban.

Thor se encontraba sonriente, llevando a una pequeña Iri entre sus brazos y tomando de la mano a Astigar, todos sonriendo ante la pintura hecha hace un siglo y medio.

—¿Recuerdas algo de nuestro hogar?

La pregunta hecha por Iri tomó desprevenido al de ojos marrones, no sabiendo que decir al respecto.
Sabía que para su hermana era un tema delicado, y el verla mirando la pintura con cierta tristeza y nostalgia solo lo entristecía a él por igual.

—Solo a nuestra madre...—Ante esa respuesta, la de ojos azules verdosos acarició el lomo de Hellar, la mascota que se encontraba escondida entre su cuello y su cabello.

—Yo solo... Muerte, destrucción... Y-

—Se que te culpas todavía por eso—la cortó tomándola de las manos, viendo como sus ojos se empañaban de lágrimas—Pero sucedió hace 191 años, no podíamos hacer nada.

—Pudimos haber salvado a algunos...

—Pero no sucedió—Iri se ocultó en el pecho de Astigar, recordando como lo había hecho bajo esa pila de escombros en lo que alguna vez había sido su hogar, su planeta. Y su pueblo.

—No me dejes jamás...—La voz de Iri se entrecortaba por las lágrimas que ahora bajaban por sus mejillas, y si hermano gemelo la apretó más hacia él.

—No lo haré, te lo prometo...

(…)

Las enormes puertas de oro que daban a la sala del trono fueron abiertas, dejando que el bullicio llenara la sala.

Iri aplaudió felizmente junto a su hermano, dando pequeños saltos como cuando era niña y buscando entre la multitud de guardias y personas del pueblo a su figura paterna.

El Padre de todo miraba todo con orgullo desde su trono, junto con su esposa a su lado viendo a su hijo orgullosa y a Loki al lado de los gemelos, aplaudiendo despacio y con pesar.

Thor bajó su martillo al terminar su pose de gloria, trotando y abriendo los brazos para recibir a su hija, la cual corrió como si su vida dependiera de eso y se lanzó a abrazarlo; y el Dios no dudó en darle vueltas por los aires con Astigar mirándolos con diversión.

—¡Padre!—bravó con entusiasmo, apretando con todas sus fuerzas el cuerpo de la persona que la salvó cuando era una niña.

—Hola, pequeña—Thor le hizo una ademán a su otro, y este se unió al abrazo—Los extrañé mucho.

—Yo también—dijeron al mismo tiempo, ocasionando que el Dios del trueno riera felizmente.

—Me están diciendo que te llenaron la cabeza de comida, hijo.

—¡Todo Asgard se enteró!

Iri sonrió inocentemente observando a su hermano, quien solo rodó sus ojos y la abrazó por encima de sus hombros, dándole un beso en su coronilla.
El Dios del Trueno los miró a ambos como un padre mira a sus hijos y los volvió a abrazar, y ellos no dudaron en devolverle el abrazo.

—Mi victoria será celebrada con un banquete, y deben vestirse para el medio día—ambos asintieron antes de que Astigar golpeara la nuca de su hermana y saliera sobrevolando de ahí, con la rubia castaña gritándole mientras se elevaba con ayuda de sus llamas de fuego emanando de sus manos, con Hellar soltando pequeños sonidos guturales y escuchando de fondo a su padre adoptivo reírse a carcajadas.

»Esos son mis hijos...

—¡Vuelve aquí, infeliz!

—¡Corrección, hermanita. Soy muy feliz!

—¿¡Quién pidió tu opinión!?

Hubiese contestado de no haber sido por chocar contra una de las columnas al darse vuelta para verla, cayendo al suelo quejándose y con su hermana gemela enarcando una de sus cejas con diversión, y suspiró cuando la pequeña mascota de ella asomó su cabeza por el hombro de la chica y ladeó la cabeza en su dirección.

Extendió su mano y ella lo ayudó a levantarse, moviendo su cuello y escuchando sus huesos tronar.

—¡Niños!—exclamó Frigga viendo al par de hermanos apunto de atacarse entre ellos, logrando captar su atención—¿No deberían estarse preparando para la fiesta?

—¡El/ella empezó!—ambos señalaron a su contrario, solamente para verse con el seño fruncido y logrando sacarle una sonrisa a la Reina de Asgard—¡Está mintiendo!—volvieron a decir al mismo tiempo, cosa que a ambos los frustró.

—Dejen de pelear—el castaño y la de cabello claro suspiraron antes de bajar sus cabezas, esperando a que la mujer que consideraron su abuela terminara su regaño—ustedes saben lo que pienso de esto.

—Si, abuela Frigga...

—Pero antes de que continúen discutiendo, les sugiero que se vayan preparando para la celebración...su abuelo estará coronando a Thor.

—Si, abuela Frigga—los gemelos se miraron aún con la cabeza baja, y el mayor por tan solo unos minutos le sacó la lengua en un gesto infantil, cosa que su hermana devolvió con su dedo del medio una vez la reina Frigga se dió la vuelta para regresar a la sala del trono.

—No insultes a tu hermano, Iri.

—Mierda, lo siento.

—No lo sientes, hermanita.

—Cállate antes de que me decida por quemarte el cabello.

Corto.

La hija de Thor #marvelawardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora