Five

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Esa tarde todo pasó con normalidad, evadiendo el
hecho de que los amigos de Thor aún contaban la batalla de los hermanos como la mejor jamás vista, cosa que hacía ruborizar a Iri.

En un momento ella logró escabullirse, pero no había notado que Thor la vió irse y se levantó para seguirla en silencio.

Iri, al haberse memorizado los pasillos, solo tuvo que cruzar a la derecha para poder disfrutar el atardecer de su quinto día en Asgard.

El Dios del Trueno la observó sentarse en la entrada del palacio de oro, mirando fija y maravillosamente los colores combinarse entre sí.

—Ya vi esto antes—habló la rubia a su lado, mirando igualmente a la pequeña desde lo lejos.

Thor, quién en ningún momento dejó de ver a la niña, miró confundido a su madre, la cual le devolvió la mirada con una sonrisa ladina.

—No comprendo, ¿A qué te refieres, madre?—Frigga suspiró, mirando a su hijo con nostalgia, recordando cuando era solo un bebé en sus brazos.

—Tu mirada, es la misma que tu padre y yo tuvimos cuando naciste— el rubio volvió a mirar a Iri, la cual se había volteado un poco, dejando a la vista su perfil a los ojos del asgardiano.

»Odín quiere dejarlos al cuidado de los asgardianos del pueblo—Thor la miró inmediatamente al terminar esas palabras, confundido y si saber porqué, sintiendo miedo— se lo que piensas, hijo. Yo tampoco quiero que dejen el castillo.

Thor siguió mirando a Iri, la cual había comenzado a caminar lenta y tranquilamente por la entrada jugando con una pequeña llama de fuego que había entre sus dedos, riendo de vez en cuando al ver cómo se movía por todo su cuerpo, volando a su alrededor.

Thor sonrió al verla así, feliz y con su brillo infantil anteriormente extinto en sus ojos.
Sintió un sabor amargo que viajaba desde la boca de su estómago hasta su pecho, de tan solo pensar que tal vez, y solo tal vez, no podría volver a ver a los gemelos, y por sobre todo, no podría volver a ver a Iri Hellarsottir.

Una idea cruzó por su cabeza, y aunque era algo arriesgada, estaría dispuesto a ponerlo en marcha.

—Yo puedo cuidarlos— la reina Frigga lo observó sorprendida, teniendo un brillo en sus ojos— si, eso es lo que haré, me haré cargo de ellos.

—¿Estás seguro? Es mucha responsabilidad, y sobretodo tendiendo que cuidar a gemelos.

—Correré el riesgo, solo no quiero dejarlos...no quiero dejarla...—señaló con un movimiento de cabeza a la castaña de reflejos rubios, la cual jugaban animadamente con su poder, levantándose con sus manos, las cuales hacían como soporte gracias al fuego que emanaba de ellas. Mientras que Astigar la seguía volando a su alrededor, ambos riendo sin percatarse de la presencia de ellos.

La reina de Asgard volvió a mirar a su hijo, quién demostraba con solo ver su rostro que hablaba enserio, y que no cambiaría de opinión, lo cual la hizo sonreír.

—Veré que dice Odín— Thor asintió tomando camino hacia los niños, mientras que Frigga caminaba en dirección contraria, directo al trono del Rey.

Los gemelos, al ver al Dios acercarse, rápidamente bajaron de los aires y miraron al suelo, esperando tal vez un regaño de su parte, como varias veces su madre lo hacía por jugar con aquellos dones que se les había otorgado.

Cuando Thor estuvo lo suficientemente cerca, los miró con una sonrisa sin mostrar los dientes, confundiendo a ambos.

—¿Ven mi martillo?— preguntó alzando dicho objeto, por lo que asintieron— este martillo solo aquel que sea digno lo podrá tomar, y ese fuí yo.

—¿Podemos intentar?— preguntaron al unísono, por lo que una risa divertida salió de los labios del rubio.

Thor dejo caer el Mjölnir al suelo, causando un ruido al tener el contacto.

Astigar fue el primero en acercarse, tomando firmemente el aza y jalando con fuerza, provocando un pequeño dolor en sus brazos, pero eso no le importó y siguió jalando con mucha más fuerza, haciéndolo mover un poco, causando la sorpresa de Thor y de su hermana.

Cuando finalmente el castaño se rindió, le cedió el paso a Iri, la cual con solo mover un poco su brazo logró levantar el martillo, dejando al trío atónito. Pero más sorprendidos eran Iri y Thor, el cual no hacía más que mirar fijamente su martillo, buscando algún defecto.

La pequeña se asustó ante su reacción, por lo que rápidamente dejó caer el Mjölnir y salió corriendo por el castillo, en dirección a su habitación, ignorando los gritos de ambos.

Astigar salió corriendo siguiendo a su hermana, preocupado y tratando de seguirle el paso, dejando atrás al príncipe de Asgard.

Thor volvió a tomar su arma y se quedó mirando el pasillo por dónde se habían ido los gemelos, pensando en si buscarlos y pedirles perdón por su reacción, pero prefirió dejar que el niño calmara a su hermana.

—Yo también quiero que se queden— volteó al escuchar una voz conocida, frunciendo levemente el seño.

—¿De verdad, Loki?— preguntó confundido, sabiendo que era raro de el verse encariñarse con las personas, más si se trata de niños.

—Al fin encontré alguien aparte de madre a quien le gustan los libros, así que si, hermano— respondió entrecerrando sus ojos, mirando fijamente los de su hermano— en tus ojos noto otra especia de afecto, déjame adivinar...— caminó a su alrededor, siendo seguido por la mirada del rubio— Amor fraternal, que lindo sentimientos.

—No te burles, Loki. ¿O me vas a decir que tú no sentiste lo un sentimiento cuando estaban en la biblioteca?— el saber que lo descubrieron, no pudo hacer otra cosa más que quedarse callado, dándole la respuesta necesaria al Dios del Trueno.

»Estoy seguro que madre hará lo imposible para que ellos se queden— volvió a hablar el pelinegro, pasando por su lado en dirección a los pasillos, en dirección a su habitación, pero antes de cruzar, habló:—hermano, la próxima vez trata de pensar en otra cosa, tus pensamientos de padre me volverán loco.

Padre, pensó el Dios, caminando por el mismo pasillo que Loki y de los gemelos, directo su habitación para tratar de dormir.

Mientras sus pensamientos se nublaban por aquella palabra. Padre...

La hija de Thor #marvelawardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora