Six

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Todo Asgard se encontraba sumergido en un sueño profundo.

El sol se encontraba oculto dejándole paso a la luna resplandeciente que iluminaba la noche del reino.

Hasta que un grito se escuchó.

Tanto la familia real como el personal y la guardia se sobresaltaron al escuchar un grito agudo proveniente de una de las habitaciones del palacio.

La habitación de los gemelos.

Thor fue el primero en levantarse y correr hacia aquel cuarto, donde los gritos se podían escuchar más altos al igual que las súplicas de Astigar.
El Dios golpeaba la puerta y llamaba a gritos los nombres de ambos gemelos, ignorando a sus familiares que acababan de llegar.

Cuando la puerta por fin logró abrirse, mostró al niño gritándole a su hermana con lágrimas en los ojos, mientras que esta se retorcía en la cama, gritando y sollozando, repitiendo Madre sus sueños y teniendo el seño fruncido y lágrimas adheridas a sus mejillas, mientras que sus pequeñas manos tomaban con fuerza las sábanas y las quemaba, dejando ver humo y cenizas.

Frigga apartó al niño a pesar de sus súplicas, tratando de volver a toda costa con su hermana, temiendo por ella.

—Iri, Iri despierta— habló Thor, teniendo una capa de sudor en su frente, nervioso de la reacción de la nombrada.

El rubio se acercó a sacudirla levemente, pero solo logró conseguir un par de dedos calientes y quemados al tener un mínimo contacto con la piel de la pequeña. Volviéndolo todavía más nervioso.

Astigar se retorcía entre las fuertes manos de Loki, llamando a gritos el nombre de su hermana y teniendo lágrimas bajando por sus mejillas, aterrado por pensar que se quedaría solo.

Thor, sabiendo que posiblemente era una idea suicida, se abalanzó sobre ella, abrazándola con fuerza sin llegar a lastimarla, pero lastimándolo a él.
Sus quejidos no tardaron mucho en llegar, sintiendo su piel quemarse y desgarrarse, oliendo el humo y el hedor de su propia piel quemada, pero nunca se separó de Iri.

Hasta que despertó, dando un grito de miedo.

En un acto de reflejo de alejó de Thor, quién estaba luchando por no caer en la inconsciencia y alarmar más a los presentes.

La castaña de reflejos rubios se bajó de un salto de la cama y corrió hacia el baño, permitiéndole solo la entrada a su hermano gemelo, el cual logró relajarse y entrar cerrando la puerta detrás de sí, teniendo la mirada de todos sobre él.

Hasta que Thor no pudo más y cayó al suelo, inconciente y con medio cuerpo quemado.
Odín llamó a los enfermeros rápidamente, temiendo de la salud de su hijo, mientras que Frigga tocaba la puerta del baño en un intento en vano de sacar a los gemelos, sintiendo el temor por Thor y el dolor al ver al par de niños en una esquina del baño abrazándose fuertemente, como si su vida dependiera de eso.

Loki miraba todo con una expresión neutra, igual preocupado por los niños, pero permaneció callado y se quedó en el lumbar de la puerta, esperando a su madre en lo que las enfermeras trasladaban en una camilla a su hermano.

—Tranquilos, pequeños. Thor va a estar bien— repetía la rubia acercándose lentamente hacia ellos, hasta poder acercarse lo suficiente para poder acunar los rostros de cada uno, regalándoles una sonrisa sincera.

—¿Y si no?—preguntó insegura la menor—¿Nos mandarán lejos de Asgard?

—No— esta vez fue Loki quién intervino, sorprendiendo a la reina— Si padre los quiere enviar lejos, veré qué se quede sin su otro ojo.

Ambos niños rieron por lo bajo, causando la sonrisa del pelinegro.
Odín irrumpió en el baño, devolviendo el ambiente tenso e incómodo que se había desvanecido segundos antes.

—Thor está bien, solo se quemó gravemente en el brazo derecho, pero sanará en un par de días—avisó mirando directamente a los gemelos, haciendo estremecer a Iri— está despierto y quiere verlos a ustedes.

Los dos presentes fijaron sus miradas en los pequeños, lo cuales con temor se levantaron y a paso lento se dirigieron a la puerta para poder salir, teniendo que pasar por al lado del Rey de Asgard, quién solo atinó a susurrarles un no fue su culpa, aunque aquellas palabras eran más para la niña que para Astigar.

Los niños caminaron por los extensos pasillos en busca del ala médica, teniendo que preguntarle a varios guardias por dónde quedaba, hasta que finalmente dieron con ella.

La castaña de reflejos rubios entró temblorosa con su hermano atrás de ella, brindándole apollo.
Thor se encontraba sentado con una de las sanadoras a su lado vendándole el brazo derecho, desde la muñeca hasta el codo, lo que le produjo un sabor amargo en el estómago a la pequeña.

El rubio volteó a verlos, haciendo un ademán a la sanadoras de que estaba bien e incitanto al par de niños a avanzar hacia el, hasta quedar frente a él.

Iri, de un rápido movimiento, se lanzó a los brazos del Dios, dejando salir las lágrimas que no habían dejado de bajar.

—Perdóname, Padre—la sala permaneció en silencio ante la última palabra de la niña, asustandola por aquella reacción—L-lo siento, no debí...-

—Está bien, puedes llamarme así—Thor sonreía como niño pequeño, emocionado por escuchar a Iri decirle la palabra que llevaba rondando por su mente desde que ellos habían llegado, Padre.

La menor tenía más brillo en sus ojos desde que había llegado al castillo de Asgard, y Astigar sonreía con ilusión.

Thor movió su otro brazo para dejarle paso al pequeño, que no tardó en también unirse a aquél abrazo de nueva familia, nuevo hogar.

—Tento algo para ustedes— dijo el rubio metiendo su mano en el interior de su armadura, la cual confundió a los gemelos, ya que a estas horas de la madrugada todos deberían estar con su ropa de dormir y en su cama, pero ese no era el caso del Dios, que se vistió con sus armaduras por una razón.

En su mano se hizo presente un pequeño movimiento, por lo que prefirió abrir la palma revelando su interior y sorprendiendo a los niños.

—Es un tritón Vüllcaniano— habló Astigar sin apartar la mirada de aquel pequeño animal, de piel naranja como el amanecer, ojos marrones como el tronco de los árboles y unas pequeñas escamas que sobresalían de su cuerpo de un color amarillo.

—Fuí a su planeta y lo encontré—explicó mirando específicamente a la pequeña, quién tenía lágrimas en sus ojos y una sonrisa feliz y melancólica en su rostro— pensé que les gustaría tenerlo.

El tritón Vüllcaniano caminó entre las palmas del rubio, pasando a las diminutas manos de Iri, y al hacerlo, se tumbó cerrando sus pequeños ojos, relajándose con su tacto

Sin dejar de admirar al animal, volvió a abrazarlo a Thor con fuerza.

—Gracias, Padre— el Dios del trueno se rió entre dientes, feliz por su reacción.
Astigar también lo abrazó sin decir nada, sumerguiéndose en su mundo y sin escuchar nada a su alrededor.

Frigga y Loki miraban todo desde lo lejos, la Reina con lágrimas bajando por sus mejillas y el príncipe con una media sonrisa en su rostro. Sin percatarse que Odín también había visto todo.

—¿Qué nombre le pondrán?— preguntó Thor una vez que se separaron, mirando como el tritón Vüllcaniano caminaba por el brazo de la pequeña hasta llegar a su cuello, donde se recostó y le produjo un cosquilleo.

Iri y Astigar se miraron con convicción, sabiendo el nombre perfecto para aquella criatura.

—Madre le puso a mi hermano su nombre porque le encantaba esa planta—habló la niña, mirando directamente al Dios— así que, decidimos llamarlo Hellar.

Thor miró a ambos, bajándose de dónde se encontraba sentado y agachándose a la altura de ambos, sonriéndoles como un verdadero padre sabía hacer.

—Su madre estaría orgullosa, hijos míos...

Y ese día, se convirtiendo en Iri y Astigar Odinson, hijos de Thor...

La hija de Thor #marvelawardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora