CAP 1: El inicio de la aldea de la ciencia

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Senku tras haber llegado a la aldea, se encontraba admirando los tesoros que Chrome había adquirido durante todos sus años de exploración, mientras que él mencionado alardiaba de ello.

—Para mi son un montón de piedras—soltó Kohaku desinteresada—, regresaré pronto, iré a dejarle el agua a mi hermana—dijo cargando el tinajo y dirigiendo a la aldea, mientras ellos charlaban emocionados de todos aquellos materiales.

Tras cruzar el puente, Kohaku se encuentra con su mejor amiga, que al verla, soltó lo que tenía en mano y corrió a palpar su rostro con lágrimas de preocupación y alegría de qué estuviera sana y salva.

—Siento haberte preocupado Nyoko—se disculpó viendo las lágrimas de su amiga.

Nyoko era una joven muy atractiva de cabellera rizada oscura con mechas blancas que eran separadas por una pañoleta de tela color guinda, esto a su vez, hacia resaltar su piel mestiza con sus pequeñas pecas en las mejillas y sus ojos color fucsia; que al ser un color muy inusual, despertaba cierta interés en los hombres de la aldea. 

—Prometo que no volverá a pasar—continuó hablando Kohaku deteniendo el actuar de su amiga—, así que limpia esas lágrimas que vamos a llevar esta agua a mi hermana.

Nyoko asintió y se secó el resto de sus lágrimas con sus manos para luego recoger su cesto.

—Por cierto, ¿cómo amaneció mi hermana?—preguntó a lo que Nyoko explicó de manera muy lenta con sus manos, que Ruri no había empeorado y que por el momento se encontraba estable—, al menos eso me tranquiliza un poco.

Ambas siguieron caminando hasta llegar frente al lugar donde se encontraba Ruri, quien al verlas, pidió a sus dos fieles guardianes que le concedieron unos minutos a solas con sus dos invitadas. A regañadientas, aceptaron y se alejaron, por lo que Ruri bajo corriendo a abrazar a su hermana.

—¡Kohaku! ¡Idiota!—regañó preocupada—, ¡Nos tuviste a Nyoko y a mi preocupadas! Y por lo que veo algo a ocurrido que tu nudo en la cabeza está movido. Debió ocurrir algo  por el cuál hayas tenido que recurrir a tu fuerza—dijo poco antes de toser y ser sostenida por Nyoko que se encontraba a su lado.

—¡Ruri!—gritó preocupada antes de acercarse y ayudar a calmar la tos de su hermana junto con Nyoko.

—Por favor, no seas imprudente, no será dentro de mucho en el que tendrás que tomar mi lugar como sacerdotisa—suplicó exhausta.

—No digas tonterías, encontraremos una cura para ello—dijo decidida antes de dejar en sus aposentos a su hermana para que pudiera realizarse su baño de recuperación.

Tras dejar a Ruri bajo el cuidado nuevamente de sus guardianes, Nyoko procedió a preguntarle a Kohaku cómo haría para curar a Ruri, y justo cuando iba a responder, Chrome apareció ante las chicas.

—¡Kohaku! ¡existe una forma de sanar a Ruri!—soltó emocionado para luego sostener las manos de Nyoko para explicarle—, hoy Kohaku trajo a un chico que puede sanar a Ruri. Ahora mismo está elaborando todo lo que tendremos que recolectar. ¡Esto es genial!

Nyoko se puso muy feliz y sin hacer preguntas, le comunicó mediante señas que les prepararía algo rico para la noche.

—A qué esperamos, vamos de una vez—expuso Kohaku jalando a Chrome que se despidió con un gesto de mano.

Nyoko miró un rato el camino que sus amigos habían tomado antes de retomar sus actividades de día a día con la esperanza de que por fin habían encontrado una manera de curar a Ruri.

(***)


Habían pasado las horas y la noche llegó, una pequeña fogata se encontraba frente a Senku, quién observaba con detenimiento mientras se concentrado en sus pensamientos; por lo menos, ya sabía dónde encontrar el primer elemento  gracias a la acotación de Chrome, por lo que decidieron que mañana en la mañana empezarían con la recolección.

—Ten—expresó con amabilidad Chrome extendiéndole un pequeño cesto con carne asada, a lo qué Senku aceptó dándole un mordisco. Sorprendiéndose del agradable sabor que tenía—, sabía que te gustaría—sonrió—, le conté a una amiga sobre lo que vamos a hacer para salvar a Ruri y como forma de agradecimiento nos preparó la cena de hoy.

Senku le mira y luego sonríe para si.

—Si que eres fácil de complacer, espero ver ese entusiasmo mañana.

—¡Claro que si!—expresó con una sonrisa enérgica minutos antes de seguir devorando su comida.

Esto es IrracionalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora