CAP 21: Kokuyou y Nyoko, dos reflejos del corazón

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Después de aquel insidente, Nyoko estuvo un poco distraída en sus entrenamientos y tanto Kohaku, Ginrou y Kinrou, se dieron cuenta de ello; por lo que, cuando le preguntaban lo que le sucedía, ella solo hacia que no les comprendía y empezaba nuevamente el entrenamiento; pero, no importaba  cuánto se esforzaba, siempre terminaba distrayendose a la mitad del entrenamiento.

—Es suficiente por hoy—habló Kinrou deteniéndose—, creo que entrenar por largas horas te ha agotado.

—¡Si! ¡menos hora para entrenar!—exclamó enérgico Ginrou.

—Solo es para Nyoko—Dijo Kohaku contratacando y con duras penas, Ginrou lo esquivó.

Por otro lado, Nyoko sabía que aquellas palabras de Kinrou tenían una segunda intensión, ya que él fue uno de los primeros en contarle lo sucedido en aquel fatídico accidente de Ónix. Por lo tanto, decidió tomar la oferta entregándole su arma empezando a caminar sin un rumbo exacto.

Lo primero que pensó hacer, es ir a la tumba de Ónix, pero fue inmediatamente descartado al recordar la bochornosa escena que hizo con Senku, además de que un leve sonrojo se asomó por sus mejillas.

Se sentía tan avergonzada que no notó a Kokuyou, con quién se chocó y de manera rápida juntó ambas manos en forma de disculpa.

—Afortunadamente no llevaba nada—soltó con tranquilidad antes los ojos avergonzados de Nyoko—, pareces nerviosa, ¿sucedió algo?

Kokuyou, era una de las pocas personas que Nyoko admiraba y respetaba de sobremanera, además de que a pesar de ser amiga de sus hijas, para Nyoko, él era la primera figura paterna y de autoridad que conoció, por lo que asintió esperando a que no le hiciera preguntas muy complicadas, ya que el lenguaje de señas, no era algo que Kokuyou comprendiera en su totalidad. 

Por lo que tomando aire, le explicó su confusión que tuvo con Senku días atrás (cambiando el beso en los labios por uno en la mano y omitiendo que estaban en la tumba de Ónix). Kokuyou le observaba tranquilo y atento a las pausadas manos que relataban los hechos.

—Asi que lo besaste y saliste corriendo del lugar—concluyó y Nyoko asintió avergonzada mirándole—; deberias de explicarle lo que realmente sucedió—Nyoko suspiró triste, tener que hablar de su difunto amado, no era algo que le gustara hacer. Y ahora que lo pensaba, se dió cuenta de que había besado los labios de otro hombre, el solo pensar en eso las lágrimas volvieron a sucar sus mejillas.

Estaba a punto de desmoronarse allí mismo, de no ser por el dulce tacto de Kokuyou, quien de una manera u otra, entendía perfectamente su dolor. Y viendo su cálido rostro, apreció cada palabra que decía.

—No te atormentes, no estabas consiste de lo que hacías—pausó limpiándole las lágrimas—, estoy seguro que Ónix no estaría molesto, es mas, le gustaría mucho ver esa sonrisa tuya.

Nyoko le dedicó una pequeña sonrisa mientras gimoteaba recordando así la pequeña charla que tuvo meses atrás, el cuál influyó en su decisión de entrenar con Kohaku y los demás.

Esa tarde estaba muy confundida, ¿qué razones tendría Kokuyou para hablar con ella?, Kokuyou tranquilamente suspiró y soltó:

—He oído de Ruri que te opones rotundamente a participar en los entrenamientos—Nyoko asintió un poco avergonzada de que haya llegado sus oídos—, relájate, entiendo perfectamente tu postura.—Nyoko parpadeó confundida, no esperaba que él no la presionara a participar en los entrenamientos—, sé qué lo dejaste debido a que te lamentas el no haber podido salvarlo.

Nyoko suspira con tristeza desviando su mirar, pero Kokuyou no se daría por vencido y con su mano, la obligó a qué lo viera.

—Te lo dije esa vez y lo volveré a decir. No fue tu culpa y apostaría lo que fuera a qué él no le gustaría ver como desprecias ese gran potencial que tienes para la lucha.

Nyoko le miró impresionada, en el fondo sabía que Kokuyou tenía razón, que Ónix no le gustaría verla allí parada mientras los otros se esfuerzan en entrenar para derrotar al enemigo; recordando así sus últimas palabras.


"No dejes de seguir peleando… recuerda que… no estás sola y… que ellos te necesitan."


Nyoko sonrió ante el recuerdo y con una mirada decidida, le da a entender con sus manos que volverá a ejercer su actividad de guerrera.

Sin duda, había olvidado aquellas palabras de su amado; Kokuyou tenía razón, debía de dejar de lamentarse y concentrarse en la batalla que se avecinaba.

—Parece que has vuelto a ser esa chica sonriente—expresó muy contento Kokuyou a lo que Nyoko asintió y dandole un gran abrazo de agradecimiento, se despidió decidida a seguir entrenando mientras pensaba en como hacer para que Senku la perdonara por tal atrevimiento.

Esto es IrracionalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora