Clear:
Estoy muy nerviosa.
Pero muy nerviosa. Hoy es el día de la fiesta y creo que no estoy preparada para enfrentarme a todo lo que conlleva. Es decir, me encontraré con los demás miembros de la Élite. Sé que para algunos como Blake y Brook no hay problema pero estar en la misma sala que Venus y América, me asusta un poco.
Escucho cómo mi móvil vibra sobre la mesilla de mi cuarto, paro de ponerme mis pantalones para ver quién me ha mandado el mensaje.
Emily: Hola, quería decirte que si te has arrepentido de venir no pasa nada. Nosotras lo entenderíamos perfectamente.
Le escribo una respuesta corta diciéndole que no me he arrepentido, cuando salimos de la biblioteca estaba muy seria. La última vez que nos vimos las chicas me habían pedido mi número de teléfono por si necesitaban contactarse conmigo, aunque Brook dijo algo sobre localizarme a través de él. Todavía recuerdo como se reía diciendo que era una broma, tengo que decir que fue una tarde muy divertida y que recibimos más de una miradita de la gente del establecimiento por culpa de la contagiosa risa de Faith.
Hablando de ellas, el siguiente mensaje que recibo es de la rubia:
Brook: Más te vale estar poniéndote guapa morena, no me puedes defraudar.
Junto a eso me manda un sticker de una persona sujetando una copa y bebiendo de ella. Eso me provoca una sonora carcajada.
Yo: Tranquila Brook, no tendrás que sentirte defraudada.
Termino de vestirme y me dirijo hacia el espejo que tengo en el cuarto. Con el paso de los días lo he ido decorando a mi gusto pero creo que aún le falta algunos toques para sentir que es completamente mío. Observo con cautela mi aspecto y perfecciono la colocación de mi top transparente.
No sé cómo va vestida la gente a este tipo de eventos pero espero que mis pantalones ceñidos de color negro y mi top azul eléctrico de el pego. Intento peinar de la mejor manera mis rizos y agarro mis botines favoritos.
De camino a el edifico recuerdo que Wyatt me dijo que debía entrar por la puerta de atrás así que me dispongo a dar la vuelta al bloque. Justo cuando estoy llegando a la entrada miro hacia todos lados por si hay alguna persona a la vista.
No hay moros en la costa.
Agarro la cadena que sujeta la puerta y la deshago, intento hacerlo lo mas rápido posible porque el ruido que produce la cadena de metal altera mis nervios, después le doy con la cadera para intentar abrirla. Al principio no cede y al final tampoco.
—Creo que hay que tener fuerza para abrirla.
Me giro con el corazón latiendome a mil para ver quien ha hablado.
Es un chico. Uno que parece un armario. Su alta silueta y sus fornidos brazos me dejan en claro que pasa muchas horas de su vida dentro de un gimnasio, por otro lado la sonrisa petulante que me ha dado hace que me remueva de lo más incómoda en mi lugar. Debido a la oscuridad que nos rodea no puedo verle bien el rostro pero siento sus ojos recorrer de manera muy descarada mi cuerpo.
—Tranquila, ya ha venido el hombre que necesitabas. —camina hacia donde me encuentro parada, me aparta de mala manera de la puerta y de un solo empujón la abre.
—No necesitaba a ningún hombre, pero gracias.
Paso por su lado intentando rozarlo lo menos posible y me encamino hacia la habitación doscientos siete. Escucho cómo el chico coloca la cadena otra vez y cierra la puerta.
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Room 207
Teen FictionJamás creyó que algo así sucediera en su mundo. Redes de apuestas y juegos de azar debajo de las universidades, sobornos a directivos, discusiones y algún que otro disparo al aire. Pensó que entrar a la Universidad Lund sería estudiar una carrera co...