Capitulo 4.

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Para sorpresa de todos y mía, hoy me desperté temprano y me levanté antes de que sonara la alarma. Tampoco es que éste fin de semana hubiese dormido muy bien, no he podido parar de pensar en lo que sucedió el viernes.

Salgo de mi residencia con tiempo de sobra así que camino tranquila hacia la universidad, escuchando el sonido de mis zapatos de plataforma contra el camino de piedra.

—¡Ey Cleo! —mierda, al escuchar su voz acelero un poco más el paso. —¡Clear, oye! ¡Venga ya, Cleo espérame!

¿Por qué soy tan fácil de convencer?.

Detengo mi paso de mala gana y espero a que me alcance. Emily viene corriendo mientras se saca el cabello que se le ha metido en la boca por causa del viento.

—Ey, —está jadeando y eso me hace sentir un poco mal por hacerla correr. Levanta una mano como señal para que le dé tiempo a recomponerse y poder hablar.— te estaba gritando para que me esperaras.

—Sí, lo sé. —le regalo una sonrisa forzada.

—¿Pasa algo? —al igual que el primer día que la conocí, su rostro se ladea recordándome al gesto de un pájaro curioso.

—No, no pasa nada. —si que pasa, pero no la conozco lo suficiente como para contarle mis problemas y menos siendo ella parte de uno.

—Oye, si es por lo que pasó el otro día en la doscientos siete. Cleo yo...—

—No, tranquila Em. —la corto antes de que continúe hablando del tema.

Empezamos a retomar la marcha hacia la universidad.

—Es solo que las cosas son complicadas, no creo que lo entiendas ahora. —bueno parece ser que ella sí quiere hablar del tema.

—Claro que no lo entiendo si nadie me lo quiere explicar, —respiro hondo y giro mi cabeza para mirarla. —y tú no creo que me vayas a explicar algo, ¿verdad?.

—Es... es solo que ese lugar no es para todo el mundo. —me devuelve la mirada cargada de pesar y suspira.

Me molesta que intente controlar cuales son los lugares aptos para mí y cuales no lo son, no necesito una heroína ni tampoco una persona que me proteja de los males. Soy bastante mayor para decidir por mí misma y afrontar las consecuencias de mis actos.

Pasamos el resto del camino calladas y cuando llegamos a la universidad, ella comienza a subir las escaleras de la entrada. Al ver que no la sigo voltea a verme.

—Venga, vamos. Si quieres puedes acompañarme a buscar unos libros a mi taquilla. —tiene una pequeña sonrisa como si quisiera disculparse de la conversación de hace unos minutos.

No quiero que me mire así todo el día, así que lo dejo pasar y le sonrío de vuelta.

—Está bien.

En lo poco que he hablado con la rubia me he dado cuenta que habla mucho, no es que me importe, es gracioso verla gesticular con efusividad cada que un tema le emociona. Además así no me preocupo por sacar conversación.

—Ya verás que te será fácil adaptarte, aquí no todos son lo que parecen, algunos chicos pueden resultar muy buena onda.

Me permito desconectar un momento de lo que me esta diciendo. Mi espalda está apoyada en el casillero contínuo al de Emily así que me permito mirar un poco a mi alrededor.

Todo va normal hasta que la puerta principal se abre.

A la primera que noto al entrar es a América. Viene con la vista fija en su teléfono mientras camina lenta y elegantemente sobre unas botas planas de cuero negras que le llegan hasta las rodillas.

Room 207Donde viven las historias. Descúbrelo ahora