Brook:
Abro la puerta de mi habitación y me tiro a la cama.
Hoy el entrenamiento de las animadoras ha sido muy intenso. Se acerca la época de partidos y tenemos que tener las coreografías perfectas, es todo tan estresante, lo bueno es que hablé con Harriet –la capitana del equipo– y le comenté que se me están acumulando tareas, ella asiste a las fiestas y sabe que también invierto tiempo en ello así que me permitirá tomar uno o dos días libres.
Me levanto de la cama y suspiro cansada.
Voy hacia mi armario y busco la tela que tengo en mente para el proyecto que nos ha asignado el profesor de diseño y confección. Entre vistazo y vistazo una caja se cae de la valda de arriba y me da en la cabeza.
Auch.
Me sobo con fuerza donde ha impactado la caja y me agacho para volver a meter las cosas que hay dentro. De repente veo en el suelo una tela de color gris, la levanto y la examino, al caer en cuenta de lo que es siento cómo si un balde de agua fría cae por toda mi columna y sin poder evitarlo, un nudo se forma en mi garganta dificultándome el poder respira.
Una camiseta. Su camiseta.
Suspiro con fuerza cerrando mis párpados con un pesar invisible que se posa en mis hombros y se siente pesado. Aplasta mis ánimos y una tristeza que no sentía hace semanas se aloja en mi corazón.
Creí que quizás, si guardaba todos los recuerdos en una caja en lo más profundo de mi armario –mente– el dolor sería más llevadero, más suave, pero es cómo las personas dicen: acumular el dolor para lo último es cómo un golpe en el estómago que te dificulta el poder avanzar.
Reviso la caja más a fondo y me encuentro con una más pequeña. La abro y la cadenita que me regaló resalta en su interior. Veo el fino y delicado dije –una letra C–, él solía llamarme "Collin" en honor a mi apellido.
¿Debería?.
Sin pensarlo demasiado, la tomo entre mis manos y aparto mi cabello para poder colocarmela.
He estado dando vueltas en círculos sin poder seguir caminando cómo lo hacía antes. Los pequeños detalles se vuelven afilados cómo las espinas de una rosa, y aunque me ciegue a mí misma y finja que nada sucede, las cosas jamás volverán a ser iguales. Se ha ido, y yo me he quedado aquí guardando en lo más profundo todos los recuerdos que me atormentan aún si mantengo mi mente fuera de la realidad.
Aún si finjo que no se ha ido.
Tomo las cosas que se han caído junto con la caja y las vuelvo a guardar en su lugar, si quiero entregar a tiempo el trabajo no tengo que detenerme a pensar en ese tipo de cosas, no ahora.
Cuando tengo la tela que necesito me dirijo hacia mi maquina de coser.
Desde siempre me ha gustado la moda. Siento que es una manera de expresarse, poder vestirte como desees es un privilegio que no mucha gente puede tener y más en una sociedad en donde a las mujeres nos juzgan por los centímetros que tiene la ropa que llevamos.
Por eso pongo en cada prenda que hago o diseño, un pedazo de mí. Un poco de la esencia de mi ser, dejar pequeñas marcas en donde las personas puedan sentirse a gusto y cómodas con lo que visten. Siempre que estoy triste diseño, si me encuentro frustrada confecciono. Es una manera de liberar todo lo que siento, mi manera de aportar arte y color en un mundo donde todo es blanco y negro.
Un rato despúes, cuando comienzo a dejar mis pensamientos a un lado, un ruido semejante al rugido de un motor me hace pegar un brinco en mi asiento. Respiro tratando de tranquilizar el estrés que burbujea en mi estómago, vuelvo a colocar la tela en su lugar pero de nuevo el mismo ruido aparece provocando que mi dedo atraviese el camino de la aguja de la maquina, ganándome así una herida.
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Room 207
Teen FictionJamás creyó que algo así sucediera en su mundo. Redes de apuestas y juegos de azar debajo de las universidades, sobornos a directivos, discusiones y algún que otro disparo al aire. Pensó que entrar a la Universidad Lund sería estudiar una carrera co...