Doce.

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A la mañana siguiente el azabache despertó tal cual se había dormido el día anterior. Amarrado a la silla, con su rostro manchado en sangre y su propio semen, y con su miembro destapado. No había señales del rubio cenizo, por lo que había asumido que había escapado y él simplemente se quedaría allí hasta morir, de todas formas, no era como si no lo mereciera.

Por otro lado, Katsuki había dormido en un sofá que había encontrado en aquellas instalaciones donde había estado encerrado. Antes de recostarse había procurado revisar todas y cada una de las cosas que habían en el lugar, así fue como descubrió que en la habitación habían cámaras realmente diminutas, también, había descubierto la cocina del lugar, una sala llena de computadores y una habitación, la cual asumió, era del azabache.

Al momento de despertar, se estiró suavemente e hizo sonar los huesos de su espalda, chasqueó su lengua y rápidamente se dirigió a la habitación donde se encontraba el mayor, cambiando su despreocupada expresión a una de molestia al verlo, se dirigió al baño para buscar su cepillo de dientes y volvió a salir de aquella habitación, sellando las cerraduras correctamente.

El rubio cenizo lavó sus dientes y su rostro, seguido de ello se preparó un café con las cosas que había en la cocina y lo bebió tranquilamente. Una vez que acabó, se dirigió hasta la habitación en donde habían matado a Kirishima, logrando divisar que no quedaba nada más allí que manchas de sangre impregnadas en el suelo. Se arrodilló frente a ellas, juntó sus manos y cerró sus ojos.

— Kirishima... Espérame un poco más.

Dicho eso, se levantó mientras abría sus ojos y sonrió. Esta vez se dirigía de vuelta a la cocina, donde había tomado un vaso y lo había ubicado en el mesón que estaba frente a él. Bajó un poco sus pantalones junto a su ropa interior y rápidamente, comenzó a masturbarse. Su mano envolvía su falo perfectamente, se sentía cálida y suave. Su extremidad restante subía por debajo de su polera, acariciando su torso con suavidad y jugando de vez en cuando con sus pezones. Todo continuó de esa forma hasta que se corrió una, dos, tres, cuatro veces. Hasta que logró llenar el vaso hasta la mitad.

Tomó una servilleta y la pasó sobre su miembro, limpiándolo correctamente para así lanzar aquel papel utilizado al tarro de la basura. Subió sus pantalones y lavó sus manos antes de tomar el vaso con una de éstas y con la restante, tomar una pajilla, dirigiéndose a paso rápido a la habitación donde se encontraba el azabache.

— Shota, el desayuno.

Habló de forma fría mientras abría las cerraduras. Se adentró a aquel lugar y ubicó la pajilla dentro del vaso, acercando esta a la boca del pelinegro sin decir nada al respecto.

— Bébelo todo.

Aquella orden se había escuchado realmente demandante ante los oídos del azabache, por lo que sin rechistar, abrió su boca e introdujo la pajilla dentro de ella, comenzando a succionar para así beber el contenido del vaso. Una vez que acabó, se alejó suavemente de la pajilla y miró con dificultad al menor.

— ¿Y bien?

— Gracias...

— ¿Sabía bien?

El azabache asintió, aún así, Katsuki podía notar la mentira en sus ojos. El rubio cenizo lanzó fuertemente el vaso contra la pared haciendo que este se quebrara y antes de que el hombre pudiese decir algo, ya estaba bajo el fuerte agarre en su mentón que el menor había formado.

Insane. [AizaBaku] -EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora