Sakura caminaba de un lado al otro en su oficina. Su bata médica bailaba a su espalda con cada movimiento brusco mientras ella pensaba, reflexionaba, asimilaba. Sentía en el estómago unos nervios y una intranquilidad que no experimentaba desde la cuarta guerra ninja.
¿Ella estaba alucinando, o su maestro de toda la vida le acababa de confesar que gustaba de ella?
Sakura sentía sudor en las manos de tanto apretujar los dedos contra las palmas, y el pelo lo tenía despeinado de tanto rascarse la cabeza con ansiedad. Le picaba la garganta y la sentía reseca por mucha agua que pretendiera tomar. Decidió ir a su baño privado a lavarse la cara y refrescarse, ver si así podía terminar de asimilar todo ello. Mientras se empapaba las manos de agua vio allí, como siempre, el anillo con el rubí rojo que alguna vez había sido un regalo de su esposo para cuidar de ella. Ella se detuvo, dejando el agua del grifo caer sin cerrarla. Se paralizó mirando la piedra y realmente no pudo evitarlo: Las lágrimas florecieron de sus ojos y cayeron en la bacha, mezclándose con el agua transparente.
—Sasuke-kun, lo siento tanto —susurraba, aunque ni siquiera ella misma entendía del todo por qué pedía disculpas.
Se tuvo que sentar en el inodoro para recomponerse mientras se refregaba los ojos con las manos, enrojeciendo sus parpados e irritando su nariz blanca. Se agarró la cabeza y apoyó los codos en las piernas, sin poder contener aún el llanto silencioso —para evitar ser escuchada por su secretaria— que se desbordaba de su rostro. Ella tenía demasiado por asimilar y sabía que se estaba sumergiendo en una pesadilla de la cual no podría salir. ¿Por qué Kakashi le tenía que decir eso? Él debía saber muy bien, quizás mejor que nadie, que su corazón siempre le pertenecería al Uchiha. Sin embargo, ella sabía, muy en el fondo de su corazón, que el desborde emocional que sentía no era simplemente porque su maestro le hubiera confesado eso, sino porque sentía una culpa inmensa porque Kakashi había implantado en ella una idea, una posibilidad y una duda.
Ella nunca pensó que el cambio de actitudes en Kakashi se debía a que él estaba desarrollando cierta atracción, pero ahora le quedaba muy claro que esa evolución había sido tan gradual que le habría sido imposible darse cuenta de manera inmediata. "Algo debió haber pasado aquella noche en casa que detonó todo", pensó ella, pero no tenía ni la menor idea de qué era eso y tampoco sabía si quería seguir indagando al respecto. De hecho, ni siquiera estaba segura si quería seguir viendo a Kakashi... por más cruel que sonara, no le parecía prudente seguir viéndolo hasta tener ideas más claras de cómo lidiar con lo que fuera que él creía que sentía por ella. ¿Siquiera era real, o él estaba confundido? "No...", pensó ella, "para que él haya tenido la necesidad de decírmelo debe ser cierto, Kakashi-sensei no es así". Después de esto ella tampoco estaba segura si era adecuado seguir llamándolo "sensei".
¿Qué era Kakashi para ella ahora? ¿Seguía siendo un amigo y un antiguo sensei?
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Kakashi llegó al hospital de Sakura exactamente a las 20:06 de la noche. Se sacudió la escarcha de los hombros y se acomodó suavemente el pelo en el hall del edificio antes de subir por el ascensor que estaba a la derecha. Las empleadas lo conocían muy bien, así que nadie le hizo preguntas ni cuestionó qué hacía allí. Él subió hasta el último piso, donde estaba la Haruno, para notificarse con la secretaria como ya había hecho tantas veces antes. Ella le sonrió como siempre e ingresó a la oficina de su jefa, previo haberle tocado la enorme puerta de algarrobo oscuro.
—Sakura-san —se disculpó ella, viéndola como revisaba unos papeles pese al tardío horario—. Kakashi-sama la está esperando afuera, ¿le digo que pase o que la espere abajo, en el hall, como de costumbre?
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Renaciendo
FanfictionHan pasado tres dolorosos años desde la muerte de Sasuke Uchiha. Desde la muerte del Uchiha Sakura dejó de alimentarse apropiadamente y ya no prestaba mucha atención a su salud personal. Kakashi no tardó en notar estos cambios y decidió convertirse...