La tormenta cada vez era más notoria. El viento soplaba con furia cerrando y abriendo persianas, arrasando con las bufandas y las gorras de lana de los aldeanos de Konoha. Las familias, que ya estaban casi terminando sus jornadas laborales y estudiantiles, regresaban apresuradas sus casas a refugiarse en las chimeneas, calefacciones y cobijas de invierno.
El cielo se había encapotado por completo, y aún en la oscuridad de la noche las nubes se asomaban muy cerca de la tierra. Se las veía moverse de un lado a otro y la nieve cada vez se acumulaba más en los cordones de las calles. Los ninjas del turno noche pasarían en vela cuidando que no ocurriera ningún accidente, pues ya todos sabían del fuerte pronóstico de esa noche: Era la temida tormenta Gekido; que llegaba una vez cada invierno en esa época, azotando con furia y marcando un punto de inflexión en aquella estación tan helada. La tormenta podía durar días, o quizás, como hacía apenas dos años, una semana entera. No había manera de controlarla, pero sí predecir cuándo llegaría e intentar que todos permanecieran a salvo. No se otorgaban misiones en esa época salvo que fueran emergencias; gennins tenían prohibido salir y la guardia nocturna era la mínima posible. Las clases se suspendían, por supuesto, y las actividades sociales de por sí se reducían al mínimo.
Todo estaba tan oscuro y nublado que habría sido imposible vislumbrar estrella alguna del cielo; sin embargo una luz refusilaba en lo alto de manera fascinante.
-¡Mamá, una estrella fugaz! -gritó una niña tirando del saco de su madre, mirando maravillada el cielo.
Su madre sólo le sonrió con ternura creyendo, falsamente, que su hija tenía una imaginación demasiado grande. ¿Estrellas, en medio de semejante tormenta?
Pero sí, allí estaba. Y la niña no fue la única que la vio. Algunos aldeanos creyeron que se trataba de una ilusión fugaz, porque tan rápido como vieron aquel tubo de luz pasar por sus cabezas, desapareció. Incluso su secretaria, que estaba regresando a su casa, filmaba el cielo con su cámara de alta resolución y se sorprendió al grabar aquella figura extraña. Al aplicarle zoom y verla con detenimiento casi se le cae de la impresión.
-¿...Sakura-san...? -susurró, perpleja. Era una chica tan joven que nunca había llegado a ver a su jefa en esa forma.
Cuando la pelirrosa llegó a la salida, los guardias apenas pudieron verla. Un reflejo de luz violácea les llamó la atención, pero poco pudieron hacer para inspeccionarla. Cuando quisieron seguirla la perdieron de vista inmediatamente, era más rápida que nadie. Asustados, llamaron a su jefe directo: Shikamaru. Éste ya estaba al tanto de la situación y sólo atinó a decirles que era Sakura, y que mejor no hicieran más preguntas. Realmente ni él sabía todos los detalles... ni estaba seguro de querer saberlos. Además les advirtió que aunque quisieran, alcanzarla les sería físicamente imposible y que, seguramente, el único en ese momento que podría sería Naruto, pero no lo iba a hacer porque no podía abandonar su puesto en ese momento. Sus obligaciones como hokage eran más importantes, y Sakura era más que suficiente para esa misión.
Sakura se sentía libre, el frío apenas la rozaba. Cortaba el viento sólo con su presencia, tan poderosa que daba miedo. Hacía muchos años que no utilizaba la técnica, pero cada vez se sentía mejor. Cuando estaba en esa forma se sentía capaz de hacer lo que quisiera; muy pocos ninjas vivos podían hacerle frente. Podían empalarla o atravesarle el corazón: ella se regeneraría tan rápido como fuera herida. Podía destruir una ciudad entera sólo con rozarla. Así de poderosa se sentía.
Atravesó los extensos bosques entre las copas heladas y vacías de los árboles; secas y oscuras. El viento cada vez se sentía más poderoso y cortante, las mejillas le ardían porque se le quemaban con la misma fuerza que su velocidad. Sin embargo, su piel se regeneraba al instante y era más tersa y suave que la de cualquier niña o adolescente.
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Renaciendo
FanfictionHan pasado tres dolorosos años desde la muerte de Sasuke Uchiha. Desde la muerte del Uchiha Sakura dejó de alimentarse apropiadamente y ya no prestaba mucha atención a su salud personal. Kakashi no tardó en notar estos cambios y decidió convertirse...