Capítulo 13: Susurros.

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CAPITULO 13: Susurro.

Kakashi se dejó llevar con ternura, decidió permitirle a su cuerpo moverse por sí mismo. Había un límite que tanto él como Sakura habían cruzado y lo sabía. No le veía el sentido a seguir conteniéndose. Le acarició la mejilla mientras la saboreaba, entreabriendo sus ojos en la penumbra en la que se encontraban. Solamente una lámpara los iluminaba en ese momento, tan tenue que la tenebrosidad del sótano los invadía, queriendo hacerlos parte de él. Una escena que podría haber aterrorizado a cualquiera, pero no a ellos. Kakashi y Sakura solamente se enfocaban el uno en el otro, importándoles muy poco en ese momento la majestuosidad de la mansión, su tenebrosidad e incluso la misión en sí misma.

Sakura le acariciaba la nuca suavemente, entreverando sus delicados dedos entre su melena gris, dejándose llevar también. El beso apenas había comenzado, pero ya les parecía eterno. Ninguno mostraba signos de separarse del otro en lo inmediato. Sin embargo, el clima parecía tener planes diferentes al respecto. Había una pequeña ventana horizontal y alargada arriba, justo detrás de Sakura. Estaba intacta a pesar de todos los años de abandono, pero no por mucho. Una rama enorme la atravesó de pronto; los vientos se habían intensificado.

Tanto Sakura como Kakashi acababan de separarse apenas, mirándose sonrojados, cuando la rama los sorprendió arrasando todo a su paso. Se dirigía justo a la cabeza de una Sakura muy distraída, pero los reflejos de Kakashi eran tan agudos que la corrió de inmediato, salvándola. Ambos cayeron al suelo por el movimiento repentino; uno arriba del otro. El viento afuera soplaba con fuerza, y dentro del sótano había ingresado nieve junto con la rama y otros elementos de la naturaleza que habían caído sobre la espalda de Kakashi, pero ni siquiera los sintió.

—¿Estás bien? —le preguntó, mirándola fijamente a los ojos mientras sus brazos la rodeaban alerta, protegiéndola con su propio cuerpo. Le caían algunas hojas secas del cabello.

Sakura se quedó inmóvil, embelesada. Lo había visto reaccionar tan rápido que no le había dado tiempo de pensar en nada. Solamente una cosa le salió del fondo del alma hacer: amarrarse a él y besarlo.

Allí, desde donde estaba en el suelo, lo atrajo a sí misma con sus brazos, sorprendiéndolo. Lo besó con lujuria; sólo quería sentir sus labios.... y por supuesto que él la correspondió.

El frio cada vez era más notorio, la nieve se le colaba entre la ropa y el cabello, pero no le podía importar menos.

Kakashi se sorprendió con su actitud, pero a los pocos segundos relajó sus músculos y dejó caer sus brazos a los costados de ella, acariciándole la cabeza y besándola cada vez con más pasión. Le estaba empezando a costar trabajo controlarse teniéndola ahí, tan cerca, tan cálida.

Hacía un frío impresionante, pero no lo sentían en lo más mínimo. Sólo querían sentirse entre ellos, cada terminación nerviosa de sus cuerpos les rogaba que se dejaran recaer el uno sobre el otro. Los movimientos eran cada vez más veloces, la humedad de sus bocas era cada vez más cálida. Sakura sentía el vapor de Kakashi ingresarle por todos los orificios del rostro y le encantaba. Cada vez se sentía mejor, y la necesidad de avanzar más era cada vez más imperiosa también.

Él se empezó a frotar contra ella de una forma inesperada y excitante, Sakura no conocía esa faceta de él. Ella podía sentir en su entrepierna algo que cada vez era más grande y duro; podía sentir una impaciencia que provenía de él y sin duda la deseaba, y eso la encendía más. Kakashi estaba empezando a perder lo último de caballerosidad que le quedaba, apenas podía recordar su apellido en ese momento. Toda su atención estaba centrada en la mujer que tenía debajo; entreabría sus ojos sólo para excitarse más, porque verle su expresión sonrojada, sudorosa y femenina sólo le daba más ganas de tenerla por completo. No paraban de besarse, pero estaban allí, tirados en aquel sótano, y Kakashi, por más excitado que estuviera, todavía conservaba un mínimo de sentido común. Quería más de ella, pero no en esas condiciones. No quería que el dejarse llevar por el momento los envolviera tanto que no le dieran un poco de dignidad a la ocasión. Quería hacerlo memorable, bello, único. Ella no merecía menos que eso.

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