¿Podía ser tan extremadamente cambiante? Por varias semanas su optimismo se vio reflejado en su cara, así como en su accionar. Hoy, sin embargo, no estaba ni cerca de ser capaz de volver a sentirlo. Tenía días buenos y días malos. Aquel, sin lugar a dudas, era uno malo. Había quedado en acompañar a Afrodita y Deatmasck a un bar aquella noche. Se había obligado prácticamente a aceptar dicha invitación, necesitaba salir del Santuario y lo sabía, pero a medida que la hora se acercaba más disminuían sus ganas.
- ¡Me dijiste que irías, Milo! - le reprochó el sueco.
- Sé lo que dije y créeme, no me gusta cancelarte cuando te di mi palabra. Pero no voy a pasarla bien y tú tampoco.
- ¿En verdad prefieres quedarte aquí encerrado? ¿Eso en qué forma te hará sentir mejor?
- No lo hará - admitió. - Pero por lo menos no tengo que fingir que no la estoy pasando mal y que no lo extraño.
- Camus no estaría de acuerdo con lo que estás haciendo - utilizó su última carta el pisciano. Mirándolo con reprobación, esperaba con ello poder convencerlo.
- Camus hace dos semanas que tendría que haber vuelto - retrucó. - ¿Tú lo ves por aquí? Porque yo no.
Con los brazos cruzados, estaba totalmente negado a ceder. El sueco le imploraba un poco de cordura pero no la tenía. ¡Al diablo la cordura!
- ¿Si él no cumple con su palabra por qué yo tengo que cumplir con la mía? - lanzó consiente de que estaba siendo caprichoso. Su mejor amigo, el hombre de quien justamente estaban hablando, de estar presente ya le estaría diciendo obstinado y testarudo.
- Ha de tener una buena razón para no haberlo hecho aún - Afrodita lo defendió. - Tal vez.. Tal vez uno de los niños se resfrió.
- ¿En serio no se te ocurre algo mejor? - arqueó una de sus cejas.
- Anda, Milo.. - retomó las súplicas el pisciano, harto ya de intentar razonar con él. - Acompáñanos..
- No - se plantó y por mucho que su amigo lo sacudió rogándole complicidad, no dio el brazo a torcer.
No le había mentido al afirmar que la pasaría mejor sin él. En aquel estado tan sólo habría sido una molestia para sus amigos, y más teniendo en cuenta que Afrodita saldría en compañía de quien (ahora lo sabía) estaba enamorado. Frustrar sus planes no era algo que tenía en mente hacer, no quería. En la tranquilidad de su casa lo pasaría mil veces mejor. O no, pero al menos estando allí no tendría la necesidad de fingir.
Una vez que lo convenció, huyó hasta su cama. Entregándose a Morfeo era cuando mejor lo pasaba, pues había descubierto que era la única forma en que las horas transcurrían más rápido de lo normal. Apagó la luz de su escritorio y acostado ya, se dispuso entonces encontrar un poco de paz. ¿Qué estaría haciendo Camus? ¿Por qué no regresaba? Un pesado suspiro escapó de sus labios y pensando en que quizás esa noche soñaría con él, entregó su mente al letargo.
•
Una extraña sensación en el cuerpo le arrebató el sueño por completo. Abrió los ojos e incorporándose levemente, agudizó los sentidos. Sólo Afrodita podría estar subiendo hacia su casa tan tarde pero.. Ése no era Afrodita. ¿Podía ser..?
Se puso en pie de un salto, pues el cosmos que sentía ya con suma claridad era inconfundible. No había lugar a dudas, al regresar siempre lo hacía sentir para saberse aliado. Pacífica, fría y sumamente disciplinada, aquella energía no podía sino pertener a la persona que por semanas había estado esperando. Poco le importó la infinidad de conclusiones que se había dedicado a sacar durante su ausencia, bien podían irse a la mierda. La persona que amaba estaba justo afuera y sólo podía hacerle caso a su instinto y a su corazón. Camus había vuelto y él lo había extrañado.
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Revolución (MiloxCamus)
FanfictionEsta es la historia de cómo Milo se ve completamente sorprendido por el santo de Acuario que, hasta entonces, tenía órdenes de vivir en Siberia, muy lejos del Santuario de Athena. Sin tener ninguna experiencia previa con la que comparar, Milo tendr...