Aquel día había sido un antes y un después sin lugar a dudas. No podía asegurar que no tendría margen de error, pero aquella sensación de peligro ante su situación con Camus le había dado el impulso que necesitaba para alejarse de él casi por completo. Sabía que para olvidarse de todo aquel asunto lo mejor era evitarlo y es lo que había estado haciendo. Y pese a haber creído en un primer momento que no aguantaría, debía admitir que con el pasar de los días cada vez se sentía mejor. Volvía a sentirse libre. Libre de las frías ataduras a las que Camus lo había tenido amarrado por todos esos meses sin razón ni lógica alguna. Sentía volver a ser el Milo de siempre, ése que nunca debió dejar de ser.
¿Cómo es que se permitió por tanto tiempo perder el control?
No culpaba a Camus. Después de todo, él no había hecho absolutamente nada. Nada de forma literal, para que el se confundiera de aquella forma. Se culpaba a sí mismo por ser tan vulnerable a un par de ojos diferentes. Eso no debía volverle a pasar, por lo que recurrió a evitarlo.
- No puedes querer lo que no ves.
Esa había sido la lógica que escogió y a la que le agradecía los resultados hasta ahora obtenidos. No había vuelto a ver a Camus, no había vuelto a intentar coincidir sus horarios ni a cruzar su casa con segundas intenciones. Y en su beneficio, la ya establecida costumbre del acuariano de permanecer encerrado en su templo, sólo había jugado en su favor.
Los días habían transcurrido igual de monótonos que antes. Se levantaba a entrenar, cerca del mediodía volvía a su templo, se bañaba, almorzaba y pasaba la tarde solo o con algún compañero que quisiera recibirlo o, por qué no, visitarlo. Pese a la monotonía, aquel día había recibido la orden de presentarse ante el Patriarca al atardecer. Al atravesar el templo de Acuario ni siquiera sintió que su guardián estuviese, sólo el frío que se había instalado allí desde su llegada lo acompañó. Imperturbable, mantuvo la calma en lo que duró su presencia en aquella casa. En Piscis, apenas se detuvo para saludar a Afrodita. Su tranquilidad poco le duró, sin embargo, pues la sorpresa que se llevó al entrar al recinto patriarcal se la arrebató por completo. Vistiendo a la bellísima Acuario, en cuclillas ante su Santidad y con su diadema en las manos, se encontraba el causante de sus problemas. Y en cuestión de un segundo, su estabilidad se fue al diablo.
- Patriarca, he venido bajo sus órdenes. Dígame en que puedo serle útil - se obligó a mantener la cordura. Inclinándose justo al lado del francés, también mostró respeto.
- Milo de Escorpio, te he llamado para discutir las circunstancias de tu última misión.
- ¿Mi última misión? - no entendía a qué se refería. - Si me disculpa, su Santidad, que recuerde ésa fue una misión exitosa.
- Así es, Milo. Pero no se dio en las mejores circunstancias. Debo recordarte en los términos en que quedaste con Aioria de Leo.
¿Por qué Camus tenía que estar allí, oyéndolo todo? No le agradaba en lo más mínimo ser expuesto de aquella forma.
- Usted sabe que nuestras personalidades chocan permanentemente y que nos cuesta ponernos de acuerdo. Pero aun así, eso jamás me ha impedido hacer mi trabajo - se defendió.
- No te he llamado para reprochar tu desempeño, Milo. Todo lo contrario. Se te asignará una nueva misión y espero que la cumplas satisfactoriamente - le aclaró para su tranquilidad. - Sin embargo, he decidido que cambies de compañero en este nuevo viaje.
Acaso..
- Camus de Acuario te acompañará.
¿Qué? Instintivamente sonrió. No supo si se dieron cuenta de ello puesto que fue un segundo. Aquello era insólito. Cómico incluso. Alguna clase de dios debía estar jugando con su cordura, no había dudas. ¿Era posible que justo cuando tomaba la decisión de seguirle la corriente al hermetismo del francés, las circunstancias cambiaran?
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Revolución (MiloxCamus)
FanfictionEsta es la historia de cómo Milo se ve completamente sorprendido por el santo de Acuario que, hasta entonces, tenía órdenes de vivir en Siberia, muy lejos del Santuario de Athena. Sin tener ninguna experiencia previa con la que comparar, Milo tendr...