Una media luna;

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El hijo mayor de la Familia Jeon, había quedado bastante perplejo

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El hijo mayor de la Familia Jeon, había quedado bastante perplejo.

La actitud del chico nuevo había sido un tanto exagerada; No es como si Yoongi fuera a dejar al pequeño Namjoon a su cargo, sin embargo Yoongi no pudo hacer nada para detenerlo y solo pudo verlo huir como un pequeño perrito regañado.

Yoko a su lado, le miraba igual de curiosa, ambos escuchando tan solo el llanto del niño que se retorcía en sus brazos, llamando con una aniñada voz al que se había ido.

Cerraron la puerta de su casa con tranquilidad y pese a que Namjoon no paraba de llorar por un buen rato, Yoongi pudo tranquilizarlo y dejarlo dormido sobre su enorme cuna.

Dejo pasar las horas en su casa mientras la limpiaba y salía a ver cómo iba la granja.

La mañana se le pasó tranquila en el establo; una vez cepillo a "coco" el caballo negro que tenían. Corrió por el campo verde persiguiendo a las gallinas que se habían escapado y finalizó su mañana mientras veía a Yoko pastorear a las ovejas.

Había dirigido sus ojos al cielo; notando visiblemente lo frío que se veía, las nubes moviéndose le decían que sería una tarde con demasiadas ventiscas. Se sentó en el pasto medio verde cuando no pudo resistir el cansancio en sus piernas, le sonrió a Yoko quien ladraba en su dirección.

Y en ese momento el pequeño omega se dio tiempo de pensar en su futuro. ¿Qué es lo que esté le deparaba? ¿Podría hacer que ese momento fuera eterno? ¿Qué sus padres lo fueran también? O quizás... ¿Podría encontrar a su alma gemela? Aquella mitad que no mucho encontraban, pero que todos buscaban.

Yoongi se preguntaba si él podría ser igual de afortunado que Namjoon.

Soltó un suspiro y giro de vuelta a mirar al cielo, frunció su ceño, una vez noto algo extraño en este.

La luna.

El astro plateado no se había ocultado para darle paso al sol, en cambio ella se mostró bastante luminosa con ese color metálico que la caracterizaba.

Tan bella, tan pequeña y un poco frágil, es como se le podía ver y sentir.

La luna parecía buscar algo, pero lloraba al no poder encontrarlo.

El omega tuvo pena por ella y no se habría dado cuenta de que estaba llorando, de no ser porque sus lágrimas se derramaron y mojaron sus delgadas mejillas. Alzó su mano y limpio su rastro, mientras sentía como el corazón se le estrujaba.

—¡Yoonnie! —

Escucho a lo lejos un grito. Era su padre Hoseok. Había vuelto de su viaje y le llamaba, para poder almorzar.

¿Tanto tiempo paso mirando al astro solitario?

Quizás si, de otra manera no se podía explicar porque era solo él quien estaba fuera en todo aquel enorme campo.

"El Hilo Rojo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora