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    Narrado por Brad.

    Me despierto por la madrugada, sin poder dejar de pensar en todo lo que ha pasado y en lo que podría llegar a pasar, sin poder dejar de pensar en lo que hice. Yo tire del gatillo, yo mate a alguien, no logro sacar esas palabras de mi cabeza, solo se repiten una y otra vez. Los demás deben pensar que soy un insensible, es decir, por mi actitud es lo que parece, pero la realidad es que me estoy atormentando por ello. De cierta manera pienso que es mejor que sea yo el que se encuentre pasando por esto en vez de cualquiera de ellos, pero ya no lo soporto. La imagen de mí tirando del gatillo, el sonido de la pistola, la sangre, el hombre cayendo al suelo, tengo esa imagen grabada en mi mente desde que sucedió. Me encuentro sentado en mi cama de espaldas a Ángela sollozando, porque ni en mis sueños estoy tranquilo.

    — ¿Brad? —Pregunta Ángela confundida porque no estoy durmiendo, creo que la desperté con mi escándalo— ¿Estás bien? —Parece preocupada.

    —Sí, cariño, tranquila. —Digo en un intento fallido para que se calme, ella se levanta de la cama para abrazarme por detrás y depositar un beso en mi cuello.

    —Sé que no estás bien, Brad —me dice segura—. ¿Qué pasa?

    — ¿Ellas no te contaron? —Pregunto porque la verdad no tengo ganas de hacerlo yo.

    —No, creo que ahorita nadie quiere hablar de lo que sucede. —Me responde y parece algo afectada por eso.

    — ¿Crees que está mal eso? —Pregunto.

    —No que esté mal, solo pienso que sería mejor para todos desahogarnos. —Me dice sincera.

    —Perdón —le digo—. Mi comportamiento no ha sido para nada el correcto.

    —Tranquilo, Brad —me dice como si enserio viese mis disculpas innecesarias—. Ahorita todos estamos pasando por un mal momento.

    —Y es por eso que también me disculpo —explico—. No merecen esa actitud de mi parte, menos en estos momentos.

    — ¿Por qué no mejor intentamos dormir y más tarde hablamos de esto? —Sugiere Ángela mientras se acomoda otra vez en la cama.

    —No puedo dormir. —Admito.

    —Si tú no duermes, yo tampoco. —Dice decidida y yo abro los ojos sorprendido.

    — ¡Ángela, tienes que dormir! —La regaño—. No puedes quedarte despierta solo porque yo no lo logro conciliar el sueño.

    —Tú también debes dormir —contraataca ella—, y claro que sí puedo.

    —No puedo contigo, de verdad. —Digo negando con la cabeza mientras se me escapa una sonrisa.

    —Te amo —me dice de repente—, y amo tu sonrisa.

    —Yo también te amo —digo y me acomodo para depositar un casto beso en sus labios—, y también amo tu sonrisa.

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    Después de que Ángela me hablase de todos los temas que se le vinieran a la mente hasta cansarse, por fin logre conciliar el sueño sin problemas. Tenerla a ella de verdad es de las mejores cosas en el mundo, dudo poder encontrar en mi vida a alguien igual.

    — ¿Hablaras hoy? —Pregunta sacándome de mis pensamientos.

    —Ehm, sí —digo recordando a lo que se refiere—. Estoy escribiendo para que todos se dirijan hacia allá.

¿Será este el final?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora