14.- Feliz

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P.O.V. Carla

Después de varios minutos de camino, los cuales debo de reconocer me parecieron segundos, entre las caricias y los suaves besos que Samuel y yo nos dimos.

Finalmente llegamos a un enorme edificio lujoso. Subimos al elevador y Samuel marco el número del departamento. En segundos  llegamos al piso indicado.

Al entrar todo brillaba, el piso era hermoso y todo lucia muy elegante.

Y esta es tu habitación.-Samuel abrió la puerta de madera frente a nosotros, dejándome entrar en un cuarto espacioso, y extremadamente blanco.

Las paredes, los muebles, y la cama eran blancos, y un enorme ventanal ocupaba una de las paredes. Me encantó.

-Cuánto blanco.-Susurré, y sentí la suave risa de Samuel detrás de mí.

-Puedes cambiarla si quieres, de hecho puedes decorar el departamento a tu gusto, es tuyo.-Se encogió de hombros, y rodeó mi cintura con los brazos, apoyando su mentón en mi hombro.

El calor que emanaba de su cuerpo me reconfortaba.

-Joder ¿que dices?–Pregunté confundida.

-Que esto es tuyo–respondió nuevamente y yo solo sonreí.

-¿Me encerrarás aquí y no podré salir en todo el día?

Samuel suspiró, y negó con la cabeza, rozando su mejilla con la mía.

-No. Podrás dar vueltas por todo el departamento.

-¿Pero no podré salir de él?

-No.

Asintió.

-¿Y si necesito algo de afuera?

-Me lo dices.-Susurró.

-Arriba hay una enorme piscina, puedes ir pero solo cuando yo esté contigo, también hay un gimnasio, ahí si puedes ir sin mí pero siempre y cuando un par de guardias te acompañen–dijo y me cruce de brazos.

-Todo esto lo hago por tu seguridad pequeña–dijo y luego giró su cabeza hacia mí.

Estampó un leve beso en mi oreja y me soltó.

-Debo ir a trabajar.

-Oh, bien...

Me giré hacia él, y le sonreí cuando acarició mi mejilla con el dorso de su mano.

-Si sales de aquí, me enteraré. Y no estaré nada feliz. Toma.-Extendió un aparato hacia mí, y lo miré intrigada.-Es por si necesitas comunicarte conmigo y yo no estoy aquí. También podrás llamar a tu padre, para que no esté preocupado por ti.

-Oh.-Tomé el móvil, y lo hice girar en mi mano.

-Te veré esta noche.-Se inclinó y besó mi frente, y yo me limité a sonreírle mientras lo veía salir al pasillo nuevamente.

Apreté un botón del aparato, y la pantalla se iluminó, rezando la hora con grandes letras blancas.

Once treinta de la mañana.

Me giré sobre mis talones, echándole un vistazo a la cama.

Lucía increíblemente cómoda.

Solté una risita, y me abalancé sobre ella.

Oh, era todavía más cómoda de lo que pensé.

Me acomodé boca abajo, y puse el teléfono a la altura de mi cabeza.

Carmuel: Suya/Mío |Adaptación|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora