23.- Partida

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P.O.V. Carla

-Hola, papá.-Le sonreí a mi padre cuando abrió la puerta, pero él, como siempre que venía, no apartó sus ojos de Victoria.

-¡Mis niñas!-Exclamó, mientras se hacía a un lado para dejarnos pasar.-...Y Samuel.

-Buenos días, Theo.-Samuel estrechó su mano, y Vicky estiró ambos brazos hacia su abuelo.

-¡Ven aquí, pequeña!-Theo, eterno enamorado de mi hija, la tomó en brazos inmediatamente.

-Gracias por cuidarla, papá.

Theo hizo un gesto despectivo con su mano libre.

-Sabes que no es ningún esfuerzo. Adoro pasar tiempo con mi pequeña.-Respondió con una sonrisa de oreja a oreja.

A veces no podía creerlo.

Al recordar lo alterado que se puso cuando se enteró sobre mi embarazo, y la forma en la que casi golpea a Samuel, me dan ganas de reír ante el enorme cambio que Vicky provocó en él.

Era su debilidad, definitivamente.

-Nosotros nos iremos ahora... Adiós, y gracias, papá.-Me acerqué a él para depositar un beso en la mejilla, y esperar a que ambos hombres estrecharan manos antes de salir por la puerta.

-Pásenlo bien.-Respondió Theo antes de cerrar la puerta.

-La pasaremos genial papá–respondió Samuel y Theo lo fulminó con la mirada. Demasiado pronto para llamarte papá–dijo Samuel más para él.

-Muy rápido diría yo–respondió Theo con Vicky en brazos.

-Lo mejor será que nos vayamos–dije para romper esa escena tan incomoda.

*.*.*.*.*.*.*

-¿A dónde me llevarás?-Pregunté en un murmullo mientras caminaba hacia el coche, con el brazo de Samuel sobre mis hombros.

Mi castaño rió antes de enterrar su rostro a mis cabellos, inspirando mi aroma.

-Sorpresa.-Susurró, antes de abrirme la puerta del coche y dejarme entrar.

Odiaba las sorpresas, y él lo sabía.

Lo miré, frustrada, mordiéndome el labio, y él, divertido, se limitó a sonreírme ampliamente.

El camino sucedió en silencio.

Había algo sin resolver entre nosotros, ambos lo sabíamos, pero preferíamos no tocar el tema para no discutir.

Samuel estacionó el coche frente a un edificio cerca de casa.

El lugar era nuevo, moderno y sofisticado.

Enormes vidrieras cumplían el papel de paredes, y unos pulidos pisos de madera cubrían todo el suelo.

Mi castaño me guió de la mano hacia el ascensor, mientras yo no paraba de comerme con los ojos todo mi entorno, y él me miraba con aquella sonrisita de ternura que me calentaba las entrañas.

-¿Qué hay aquí?

-Pequeña...No seas impaciente.-Susurró dentro del ascensor, antes de inclinarse a besar mi coronilla, y yo le dediqué una mirada inquieta.

20...30...40...

Inspiré hondo, mientras los pisos se sucedían unos tras otros. Estábamos solos allí adentro, y eso no hacía más que aumentar la siempre presente tensión sexual entre ambos.

53.

Al ascensor se detuvo, y las puertas se abrieron.

Miré, con los ojos abiertos como platos, el lujoso restaurante que se encontraba frente a mí.

Carmuel: Suya/Mío |Adaptación|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora