P.O.V. Carla
-¿Samuel?–Estaba sentando frente a mi, levantó la vista de su plato y me miró expectante.-Necesito hacer unas llamadas telefónicas. Quería saber si podía hacerlas con eso que me diste.
-¿Te refieres al teléfono celular?
-Aja.
-¿A quién llamaras?-Suspiré con impaciencia, mientras lo veía llevarse la copa de vino a los labios.
-A mi padre y a Ander.
-¿Ander? ¿Que tanta insistencia en llamar a ese tal Ander?
-Solo es un amigo.
Tragué cuando su mirada se volvió a levantar, y me miró, gélida.
-¿Amigo? Pues eres muy insistente con el para que sea solo un amigo.
-Sí lo es.
-¿Desde cuándo?
-Desde siempre.
Levantó una ceja.
-¿Y así de insistente eres con todos tus amigos? ¿O solo con él? Cuestionó serio.
Bufé, pero Samuel ni se inmutó, y siguió mirándome con aquella mirada glaciar.
-¿Y ti que te importa?
Levantó una ceja, desafiante, y por unos segundos divisé a ese Samuel. No al Samuel juguetón, sexi y divertido que era conmigo. Sino al Samuel distante, autoritario y frío. Al Samuel mafioso.
-Dímelo.
-Es un amigo, ya te lo dije. Vive conmigo desde hace varios años y lo conozco desde que tengo memoria.-Me encogí de hombros-Debe estar preocupado por mí, ¿Sabes?
-¿Te acostaste con él?
-¿¡Qué!?-Oh, bien, esto era demasiado.
-Que si tuviste sexo con él.
-¡No!-Dejé caer los cubiertos sobre la mesa, enfadada-¡Diablos, no! Quiero decir... ¿Ander? Ugh.
Hice una mueca, y él por fin pareció entenderlo, porque una lenta y pequeña sonrisa se dibujó en su rostro.
Ah, él siempre tan voluble.
-Harás las llamadas, pero ya sabes que no puedes hablar de más.
-Oh, sí, lo sé. Ser secuestrada y mentirle a mi padre sobre ello es algo de todos los días.-Comenté sarcástica, dejándome caer sobre la silla.
Que a él se le haya pasado el mal humor no significaba que se me hubiera pasado a mí también.
-Estás enfadada.
-¿De verdad?
-Carla...
-¿Sabes? Tú no eres el único con el derecho a ser sarcástico, Samuel.-Comenté, mientras me levantaba de la mesa torpemente.-No tengo más apetito.
Caminé hacia dentro de la casa, sin saber exactamente a dónde ir.
Sentí sus pasos detrás de mí.
-Aquí.-Murmuró, apoyando una de su mano en mi baja espalda y guiándome por la mansión.
A pesar de mis esfuerzos por ser indiferente, su mano me provocó deliciosos espasmos por toda la columna, y suspiré. También había extrañado eso.
Oh, sí. Hacer el amor con Samuel García no era algo de lo que uno se olvidara fácilmente.
-Entra.-Ordenó, cortando la línea de mis pensamientos.
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Carmuel: Suya/Mío |Adaptación|
FanficCon tan solo 25 años, él era un mafioso peligroso, despiadado y más frío que el mismo hielo y ella una hermosa, dulce e inocente joven estudiante de 20 años. ¿Será que la dulzura de esa tierna chica lograría llegar hasta el frío corazón de piedra d...