P.O.V. Carla
Nadia sollozó una vez más sobre mi hombro, y yo la estreché más entre mis brazos, dejando que un par de lágrimas también se deslizaran por mis mejillas.
-Él estará bien, cari, ya lo verás.
Otro sollozo. Miré a Lu desde el asiento trasero del coche, y ella desde el asiento del conductor, me miró con los ojos muy abiertos.
Estaba nerviosa, y yo también lo estaba.
Estar aparcados detrás de la casa de Brian Cast no era lo más seguro que podía hacerse, pero no pensaba largarme hasta que Guzmán y el estúpido del padre de mi hija aparecieran por aquel camino de tierra que guiaba al jardín trasero de Cast.
Nadia sollozó otra vez, y yo sentí un nudo cada vez más grande formándose en mi estómago.
¿Porqué no aparecían de una vez y nos largábamos de allí? ¿Estaría bien Guzmán? Por favor, que lo esté.
Lo único que deseaba en aquel momento era verlos aparecer y poder por fin buscar a mi niña de vuelta y comenzar nuestra vida de nuevo. Una vida normal.
Treinta minutos más pasaron, y Lu miraba el espejo retrovisor casi con espanto. Nadia temblaba en mis brazos y yo lloraba silenciosamente. De tristeza, enfado, e impotencia.
-¡Allí!
Los tres ocupantes del coche nos giramos con tanta brusquedad que Nadia consiguió de alguna manera golpearse la cabeza contra el techo del auto, pero ni siquiera se inmutó, y soltó un gritito de alegría cuando identificó a las dos personas que venían corriendo hacia el coche.
Samuel y Guzmán.
Inmediatamente, la morena se lanzó a a puerta del auto, pero la sostuve por el brazo.
-Espera.- Con un dedo señalé detrás de los dos hombres.
En las sombras de la noche, otras dos figuras venían corriendo detrás gritando improperios.
-¡Arranca el coche, Lu!-Lucrecia obedeció de inmediato, y no llegó a suceder un segundo antes de que un desastre ocurriera dentro del auto, cuando Guzmán abrió la puerta del asiento trasero y se lanzó dentro del coche, al mismo tiempo que Samuel se lanzaba en el asiento del acompañante.
-¡Sal de aquí, ahora!-Exclamó Samuel, y el coche salió corriendo de allí, levantando una nube de tierra detrás nuestro.
Me dejé caer sobre el asiento, respirando hondo por primera vez en mucho tiempo, y sonreí al ver a Nadia y Guzmán abrazándose con fuerza al lado mío.
Miré hacia adelante, fijando mi vista en la nuca de Samuel, delante mío.
Cómo hubiera deseado que me abrazara muy fuerte entre sus brazos en aquel momento, que me dijera cuánto me amaba y que me asegurara que todo estaría bien ahora. Justo lo que Guz estaba haciendo con Nadia. Todo lo contrario a lo que él había echo.
Una nueva oleada de rabia me recorrió por completo, y como sí lo hubiera llamado, Samuel se giró y me miró por encima del hombro.
No pude interpretar su mirada, así que desvíe la mía y me concentré en la ventanilla, deseando con todas mis fuerzas que no notara la lágrima que se deslizó por mi mejilla derecha.
Media hora más tarde, Lu aparcó frente a la casa de Guz y Nadia, y se marchó su hogar.
-¿Se quedarán aquí?
-No, iremos a buscar a Victoria ahora mismo.
-Samuel, deben estar cansados.
-¿Tú estás cansada?- Por primera vez desde que salimos de allí, Samuel se dirigió a mí, y yo negué levemente con la cabeza, sin siquiera mirarlo.- ya ven, iremos por Vicky ahora, Guz, ¿Me prestas tu coche?
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Carmuel: Suya/Mío |Adaptación|
FanfictionCon tan solo 25 años, él era un mafioso peligroso, despiadado y más frío que el mismo hielo y ella una hermosa, dulce e inocente joven estudiante de 20 años. ¿Será que la dulzura de esa tierna chica lograría llegar hasta el frío corazón de piedra d...