Parte 4

8.6K 867 270
                                    

𝑝𝑟𝑖𝑚𝑒𝑟 𝑚𝑒𝑠, 𝑠𝑒𝑚𝑎𝑛𝑎 𝑑𝑜𝑠

—Sabes que no tienes que acompañarme al hospital si no quieres. —Louis dijo aún asombrado de la reacción calmada con la que el alfa había decidido afrontar la noticia.

Tras confesarle de manera tan directa su posible embarazo, en consecuente su posible paternidad, Harry se mostró totalmente dispuesto a ayudar en cualquier cosa que el omega pudiera necesitar. Incluso en ir al hospital a comprobar si el test de embarazo estaba en lo cierto. Si aquella reacción era normal o no, Louis no lo sabía. No sabía si era producto de la obligación que se esconde tras la responsabilidad o si era su verdadero deseo estar ahí con él, pero lo que sí sabía era que no obligaría al alfa a hacer aquello que no quisiera por el supuesto deber. Él no podría vivir con ello.

—Lo sé y te he dicho que quiero hacerlo, así que no insistas más para que me vaya y te deje solo porque no lo haré —respondió sin apartar la vista de la carretera.

Sin contraargumentos para ese tipo de respuestas se quedó en silencio. Quizá, después de todo, sí era su deseo acompañarle.

El hospital se encontraba cerca del estudio de grabación por lo que en breve Harry pudo aparcar. En la ventanilla expusieron su situación y la enfermera encargada les explicó a dónde debían ir y el tiempo que tardarían en ser atendidos. Se dirigieron a la zona indicada en un ascensor que podía distanciar sus cuerpos pero no sus emociones. Lo que estaban a punto de compartir uniría sus vidas para siempre o volvería a separarlas. Las razones sobraban para sentirse ansioso.

—¿Qué tal estás?

—Hambriento, pero quitando eso estoy bien.

—Podemos ir a comer después, si quieres.

Teniendo en cuenta todo el porte caballeroso a Louis no le sorprendió en absoluto el ofrecimiento, lo sorprendente fue que se lo ofreciera a él aún con el insistente historial de conflictos mutuos tras sus espaldas. Lo pensó unos segundos antes de responder.

—Solo si prometes llevarme a un McDonalds. —Su humor característico escondiéndolo de nuevo.

—No prometo nada.

El silencio regresó entre ellos, tan inestable que podía haber tensado los espejos de alrededor, mismos espejos que Harry usó en el último instante antes de abrirse las puertas para analizar con cuidado el estado del pequeño a su lado (cosa que las emociones del momento no le permitieron hacer antes). Se dio el lujo de detallar la figura que semanas atrás había empapado con su fragancia las sábanas de su casa, la misma que en ese momento, aún vestida, notaba diferente. Incluso su aroma se percibía más dulzón, ¿y si...?

El ascensor se detuvo en la planta de ginecología obligando a ambos a volver a la realidad.

—¿Puedo entrar contigo? —Se atrevió a preguntar en la comodidad de una sala de espera privada.

—Claro —mencionó encogiéndose de hombros.

Ya sin tema de conversación y abandonados a sus pensamientos el omega decidió jugar un rato con sus uñas a la espera de su turno, acto que el alfa no dejó escapar de su mira.

—Quiero que sepas que sea cuál sea el resultado voy a estar ahí. No necesitas estar nervioso.

—Yo no estoy nervioso —negó entre un gesto no lo suficientemente convincente.

Harry quiso liberar sus feromonas por eso, creyendo que de esa forma calmaría al omega. Sin embargo se frenó en seco. Se dio cuenta de que en realidad no eran nada. Su relación no iba más allá de compañeros de trabajo que se "odiaban" y tuvieron sexo casual una noche. Con semejante descripción tratar de calmar a alguien como Louis así solo tornaría la situación en una desagradable conversación que era mejor no imaginar.

Por suerte una joven rompió el momento.

—Louis Tomlinson.

El corazón del susodicho se aceleró al escuchar su nombre ser pronunciado por los labios de una enfermera. Se levantó de un salto arrepintiéndose en el momento que sintió toda la sala moviéndose a su alrededor, por suerte Harry estaba a su lado para sostenerle y salvarle de sus propios nervios.

Al entrar una agradable doctora les dio la bienvenida.

—¿Qué tal?, soy la doctora Frannie. Tomad asiento por favor. Contadme un poco, ¿por qué estáis aquí?

—Me he hecho un test de embarazo esta mañana y parece que ha dado positivo pero no es completamente fiable así que quiero asegurarme si es cierto o no. —Louis dijo encogiendo su respiración.

—Bien, ya veo. Bueno pues vamos a hacerte una ecografía —dijo amable, terminando de escribir todo lo que el paciente le había dicho en su ordenador.

Conociendo el procedimiento, a causa de los recurrentes embarazos de su madre, se desnudó de cintura para abajo y se acomodó en la camilla más abierto de lo que Harry debería haber visto en ese momento. La doctora les dedicó una sonrisa a ambos procurando tranquilizar a su paciente. Concentrada introdujo en su orificio la sonda previamente preparada que haría reflejar en la pantalla si efectivamente la prueba de embarazo era correcta o si por el contrario se trataba de un falso positivo. Tanto Harry como Louis cruzaron mentalmente los dedos. Después de todo no sabían cuál sería el mejor resultado en su tan jodida relación.

—Bien —dijo ella acelerando la tensión y exponiendo su resultado—. Efectivamente estás embarazado. Todo esto de color negro es lo que será el líquido amniótico y esa pequeña cosita blanca es el bebé. Este sería su corazón y por lo que veo late bastante bien. Escuchad.

Frannie activó el dispositivo que dio paso a una oleada de latidos acelerados. Era sorprendente como un cuerpo tan diminuto y aún en desarrollo era capaz de crear tan bella sinfonía que dejaba sin palabras incluso a dos cantantes profesionales como eran ellos. Tan emotivo fue que ni siquiera notaron el gesto inconsciente que llevaron a cabo al buscar el tacto del otro. Fue un segundo pero se encontraron y la electricidad que sucedió a aquel encuentro era difícil de expresar, como si un relámpago sacudiera por entero sus cuerpos y al finalizar solo les dejara una leve sensación de caricia.

Concertaron una nueva cita y se dirigieron al coche. Allí el silencio incómodo hacía estragos en la mente de Louis. Había mucho que asimilar, era cierto, mas en el fondo su alma insegura temía por una decisión negativa que pudiera afectarle a él y al bebé.

—Te advierto que si estás pensando en que aborte no lo haré.

Harry desvió su ceño fruncido al dueño de tal acusación.

—¿Eso crees de mí? ¿Crees que te haría abortar?

—No. No lo sé —dudó—. Tal vez.

Tras un breve suspiro Harry logró la calma que necesitaba para pronunciar su decisión.

—Está bien Louis, hagamos un esfuerzo y tengamos ese bebé. Estaré ahí en todo lo que necesites.

Lo había escuchado bien, ¿verdad? Harry aceptaba al bebé, lo cual era genial..., pero, ¿y a él?

—¿De verdad? ¿Y... no te molesta que sea yo quien va a tener a tu bebé?

—¿A ti te molesta que sea yo el padre?

Movió la cabeza en un gesto de negación, demostrando en un acto tan simple un sentimiento tan complejo.

—Admito que es un poco extraño dado nuestra inestable relación, pero que vayas a tener a nuestro bebé no es tan malo como esperaba. —Poniendo el coche en marcha añadió—: Vamos a comer. Mi casa está cerca.

—¿Será buena idea? —cuestionó torciendo el gesto en una mueca divertida—. La primera y última vez que me invitaste a tu casa salí embarazado.

—Correré ese riesgo. No puedo embarazarte otra vez.

What if I say that I love youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora