Parte 6

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𝑡𝑒𝑟𝑐𝑒𝑟 𝑚𝑒𝑠, 𝑠𝑒𝑚𝑎𝑛𝑎 𝑑𝑜𝑐𝑒

Bajo la lluvia del invierno el alfa conducía su coche en dirección norte hacia el estudio de grabación, donde su mánager le esperaba con el último trabajo que daría por finalizado su segundo álbum. Las luces de las farolas iluminando la capital inglesa a las siete de la mañana, y la música reproduciéndose a tope en su radio, era la calma que buscaba antes de la tormenta. Si bien Aaron había terminado por encantarse con la noticia, que muy por el contrario de lo que él imaginaba era lo mejor que su carrera musical y su fama pudo experimentar, le había castigado con el doble de trabajo y el adelanto de la fecha límite para presentar todas sus canciones concluidas.

—Llegas tarde —fue lo primero que dijo Aaron cuando entró.

—Yo también me alegro de verte. ¿La mañana? Bien. Ningún paparazzi detrás de mí hoy.

—Muy gracioso —ironizó y señaló el interior del estudio—. Vamos a empezar.

El alfa aceptó en silencio. Sería la última canción que grabarían antes de editarlo y convertir sus letras en un pequeño disco que venderían por todo el mundo, así que iba a hacerlo bien. Entró en la pequeña sala, acomodándose los auriculares y disponiéndose frente al micrófono que adaptó a su gusto.

No perdieron el tiempo. En breve la melodía sonó, sin permitirle al alfa calentar su voz, aunque tampoco lo necesitaba. Cuando su voz grave y ensayada inundó el estudio, erizó el vello de varios allí, centrando las miradas que se bloquearon en él. No importaba las veces que lo habían escuchado cantar, continuaba impresionando como la primera. Talento innato decían algunos, quizá solo era un don excepcional.

—¡Terminamos! —gritó emocionado su mánager en la última nota.

Toda la gente allí siguió su euforia con aplausos y más gritos. Mientras, Harry solo podía concentrarse en el omega que entraba por la puerta del estudio como si todo a su alrededor le perteneciera, incluido el aire que respiraba. Se acercó a él con cuidado, como quien se acerca a una rosa para admirar de cerca su belleza y su agradable aroma, pero teniendo en cuenta sus espinas. Louis lo recibió con una sonrisa.

La gente a su alrededor aún observaba a la pareja con extrañeza, vehemente acostumbrados a los recientes tratos cariñosos cuando en meses anteriores no podían ni verse. Aunque tampoco les molestaba, prefiriendo verlos charlar tranquilamente y esperando a su bebé juntos que intentando matarse con miradas descuidadas y palabras hirientes.

—¿Cómo te encuentras hoy? —se interesó Harry.

—Bastante bien la verdad. Ni antojos, ni náuseas... Es tan tranquilo que si no fuera porque lo llevo dentro pensaría que no es mío. Aunque lo agradezco.

—Eso es porque se parece a mí —susurró en su oído. Podía sentir la sonrisilla triunfante sobre él.

Louis ignoró el sonrojo que esas palabras causaron en él y, cambiando de tema, se centró en la gente a su alrededor para decir:

—Deberías ir con ellos, eres la estrella allí.

—Prefiero estar contigo —algo desconocido en el pecho del omega saltó—. Voy a coger una cosa. ¿Me esperas y nos vamos juntos?

—¿Has terminado por hoy?

—He terminado por unos meses. Incluso yo merezco unas pequeñas vacaciones.

What if I say that I love youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora