九 (nueve).

326 53 96
                                    

—Rings, ¿qué te parece si vienes a mi casa este miércoles? —propuso George. —Digo, para que conozcas a mi madre y eso.

Un sentimiento de alegría invadió el pequeñito cuerpo de Richard.

—¡Me parece genial! —exclamó con una sonrisa. —Podría ser después del colegio.

George también hizo ese mismo gesto de alegría. —Entonces así quedamos.

Ringo asintió y ambos chicos se quedaron mirando por unos segundos, hasta que un ronquido por parte de Jake los hizo estallar de la risa.

Después de recuperar el aliento debido a las carcajadas que se metieron, volvieron a lo mismo: ese par de ojos pardos mirando a ese otro par azul.

Ringo por su parte, se llenó de nervios, por lo que tuvo que desviar su mirada hacia la ventana.

George también estaba así, pero pudo sacar una conclusión durante esos instantes de tensión: los ojos de Richard son los más hermosos que había visto.

—¿Sabes algo?

—¿Qué cosa?

—Con solo quedarte viendo tus ojos, te pierdes en ellos y parece que de inmediato te teletransportaras al océano, viajas al mar más azul que pudieras ver.

El rostro de Ringo estaba más rojo que el circulito de la bandera de Japón. Cubrió este mismo con sus anilladas manos, lo que George hizo fue palmear su hombro mientras reía de ternura.

—¿Qué fue e-eso? —preguntó al recuperarse un poco.

—No lo sé... —Rascó su nuca. —E-Emm, solo quería hacerte saber que tienes los ojos más bellos de todos.

—Ya basta, me subiste la autoestima.

—Me alegra haber logrado eso.

—Eres tan dulce que me dan ganas de vomitar.

George soltó una risa cargada de nervios. —Tu también lo eres, mira como te pusiste hace un ratito.

—Es porque nadie me decía ese tipo de cosas.

—Pues mereces que miles de personas lo hagan.

—Con que tú lo hagas es más que suficiente.

—Voy a hacerlo siempre entonces.

—¿Quieres que mantenga como un tomate por tu culpa?

—Sí.

Ringo rió como respuesta.

—¿Sabías que tu sonrisa es bellísima?

—¡Ya basta! —volvió a colorarse. —Me voy a desmayar aquí por tu culpa.

—Perdón —Soltó una risita traviesa —Ya paro.

La tensión entre estos dos es increíble.

Por otro lado, nuestra compañera Jake, cayó como un tronco en ese asiento del bus debido a que había tenido un día bastante pesado en el trabajo. Su sueño era inmutable hasta que ya faltaban pocas calles para llegar a su parada, ahí se despertó.

Un poder que todo consumidor de transporte público desarrolla es despertarse justo cuando ya va a llegar a su destino.

El trío fantástico se bajó del autobús, ahora estaban en el mismo parque donde Ringo había encontrado ese periódico, ese es el lugar más central en el vecindario que viven.

—Oigan, ¿de qué me perdí cuando me quedé dormida?

George carraspeó su garganta para después toser un poco, Ringo respondió: —de nada interesante.

𝟓𝟎'𝐬 𝐃𝐢𝐧𝐞𝐫. [𝐒𝐭𝐚𝐫𝐫𝐢𝐬𝐨𝐧]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora