[6.No llores]

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Izuku se arrepintió de todos los acontecimientos que le llevaron a ese momento en ese lugar, tenía claro que Bakugo no estaba pensando de todo el alcohol que había tomado, no paraba de tambalearse mientras caminaba, al menos podía hablar sin trabarse o equivocarse en alguna palabra, pero igual el aliento le apestaba a alcohol. Nada más abrir la puerta y entrar Bakugo notó que el pecoso ya no le estaba siguiendo, se giró, le miró a los ojos, era esa una de las cosas que más odiaba Izuku de ese chico, no le daba miedo mirarte a los ojos y decirte con la mirada que s era superior a ti, que con solo unas pocas palabras podía hacerte ir al baño a llorar en soledad, con tal de que el se sintiera el más poderoso, con tal de ser el centro de atención y de que todos le miraran.

-Entra. -Su tono de voz era firme y autoritario, haciendo que al peliverde no le quede de otra que pasar sin rechistar, agachando la cabeza, no podía sostenerle la mirada a ese rubio, era imposible.

Una vez dentro Bakugo cerró la puerta, y para Izuku tuvo un significado bastante diferente a lo que pasaba en realidad, se había quedado encerrado con la persona a la que más temía en ese mundo, la persona que seguro sería la culpable si algún día se lo encuentran muerto en alguna zanja, pero ya no tenía escapatoria, el solo se metió en la boca del lobo por temor a que solo le mordiera, ya no podía hacer nada.

Bakugo pasó de Deku durante un momento para comprobar que su padre no estaba y que su madre estaba dormida, y efectivamente así era, quiso comprobar una cosa más y cuando fue a mirar al cuarto de su madre para ver si estaba bien, se acercó un poco para verificar que no tenía golpes, para su gran alivio, no tenía nada, eso lo relajó muchísimo. Una vez comprobado que su madre se encontraba bien, volvió a la puerta principal y allí se encontraba un pecoso totalmente empapado, temblando de frío y casi a punto de llorar.

-Te daré un cambio de ropa, y como llores te arranco los dientes uno a uno, lo pillas nerd de mierda. -Izuku asintió rapidísimo, llegó hasta hacerse daño en el cuello, pero eso no le importaba al rubio, el pecoso se limitó a taparse los ojos haciendo un poco de presión.

"No llores, no llores, no llores, por el amor de dios, ¡NO LLORES!" Se decía mentalmente el pecoso mientras arrugaba la cara por la concentración. No pudo evitarlo y dejar salir sus lágrimas, como odiaba poder contener sus insultos y no el agua que brotaba de sus ojos cada vez que algo le dolía o le daba miedo. Izuku podía ser terco, orgulloso y sarcástico, pero eso no quita que frente a alguien como Bakugo le tiemblen las piernas del terror que siente.

Cuando el rubio volvió a desaparecer en su casa, meditó durante un momento como de malo sería si se fuera sin decir nada, por un lado, no creía que Katsuki saliera a buscarlo, no tenía porque hacerlo, tampoco tenía porque llevarle a su casa y aún así lo hizo, por otro lado si se quedaba, podría llegar a sufrir consecuencias como darle los golpes que no pudo dar a la salida por culpa de Todoroki. Era mejor irse, no sería bueno quedarse allí, por lo que notaba ninguno de sus padres estaba y él estaba ebrio, la sencilla atmósfera le gritaba peligro. Se dio media vuelta y se quedó quiero mirando fijamente la puerta, se limpió las lágrimas de las mejillas, levantó su mano hacia el pomo de la puerta, y de repente algo le cayó en la cabeza, no dolió, no era nada pesado, era una toalla.

-¿A dónde ibas, nerd? -Cada vez que Bakugo le hablaba era para hacerle sentir impotencia y miedo, esa sensación de saber cuál es tu destino y no poder hacer nada para remediarlo, esta no era la excepción. Cuando hizo el intento de girarse para mirar a su abusador este le dio una patada en su pierna, fue doloroso, Izuku no pudo evitar soltar un quejido por la molestia, se tuvo que arrodillar, no podía estar de pie después de tal golpe. -Necesito desahogarme de alguna forma, Deku. -Decía, Izuku empezó a temblar, dejando caer todas las lágrimas que quisieran salir de sus ojos, sintiendo como estos quemaban cuando un puñetazo fue directo a parar a su espalda totalmente expuesta, le dio todavía más fuerte que antes si era posible, Midoriya no tenía nada con que sostenerse, se quedó tirado en el suelo sollozando, total, ¿qué podría hacer? ¿Luchar y defenderse? Ja, los dos presentes sabían que eso no iba a pasar, ni siquiera se les pasó por la cabeza a ninguno. -¡Ahora no está tu novio para salvarte, Deku! -Estaba empezando a subir el tono mientras golpeaba al pecoso, se estaba enfadando el solo, le agarró del brazo y giró al de menor estatura, este se quedó con su espalda llena de golpes que dolían apoyada en la puerta que de haber abierto antes no le hubiera pasado nada, un resfriado como máximo, una vez apoyado en la puerta quedándose sentado y con la cabeza baja, Bakugo le agarró del cabello y le obligó a mirarlo a la cara, le soltó varios golpes en esta, dejándole la nariz sangrando, empezó a golpearle el estómago, Izuku seguía llorando, no notaba que al rubio se le acabara la fuerza, desesperado decidió gritar por ayuda al ver que su tortura personal no iba a parar pronto.

-¡Ayuda! -Entre más llantos y más gritos, Bakugo golpeaba más fuerte, sin duda no estaba ayudando el pedir ayuda.

-¡¡Te he dicho que NO LLORES!! -Fue el último grito que se escuchó dentro de esa casa.

No sabe muy bien el porqué, a lo mejor su instinto de supervivencia le decía que todavía no era el momento, pero Midoriya empezó a mover sus piernas, dando leves golpes, hasta que alcanzó a dar con la fuerza exacta una patada directa a la entrepierna de Bakugo, este se agarró la parte dolorida y se retorció en el suelo por culpa del dolor, no emitió ningún sonido, cosa que hizo temblar al pecoso, quien con la poca fuerza que le quedaba se levantó como pudo, abrió la puerta y salió corriendo de allí. Bakugo vio como se fue, estaba tan borracho que ni entendía lo que acababa de pasar pero se sentía más calmado, aunque le doliera la entrepierna, pero se sentía mejor después de hacer sufrir a otra persona y que esa persona fuera Deku, le encantaba ver como aparecían las marcas de sus golpes en su blanca piel, sin pensarlo sonrió, orgulloso de su hazaña. En cuanto a Izuku, no tenía ni idea de hacía donde salió corriendo, en ese momento ni siquiera podía ver de todo el agua en sus ojos, maldijo en su mente a su madre, no por echarle esa noche, si no por haberle permitido venir a este mundo horrible.

No, de ti noDonde viven las historias. Descúbrelo ahora