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Jueves, 11:30h.

Ya estaban alojados en sus respectivas habitaciones. Algunos llenaron los armarios y los cajones con sus efectos personales, otros tiraron de bolsa.

Kenma hubiese tirado de bolsa si Tetsurō no le hubiese obligado a dejar la consola.

— Kenma, estás aquí para divertirte, no para jugar todo el rato.— Se quejó el pelinegro.

— Yo me estoy divirtiendo.— Dijo mientras se retorcía en el regazo de su novio.

— Que bonito es el amor~— Canturreó Yaku, mientras tomaba una foto de los dos chicos—. Pero bueno, vamos al río.

— Si queréis, podemos ir más tarde. Tenemos que limpiar y hacer las compras.— Dijo el dueño de la casa un poco asustado por la reacción de sus compañeros.

— Okay.— Dijo Kenma, que se sentía mal por no hacer nada, mientras se levantaba del regazo de Kuroo y dejaba su consola en la mesa.

Todos se sorprendieron al ver al menor hacer un mínimo de esfuerzo por colaborar. Tetsurō también se levantó, dejando a entender que él también acompañaría.

Al final, los que se quedaron en casa fueron, casualmente y obligados por Kuroo, Lev y Yaku. Alguien tenía que quedarse en casa, limpiando y terminando de preparar todo lo que no fuesen habitaciones.

Mientras el grupo más grande se dirigía al súper, Morisuke con un pañuelo en la cabeza y un delantal que le había prestado Inuoka. Lev, al ver esto, no pudo evitar reír.

— ¡Pareces mi hermana los domingos de limpieza!— Dijo el más alto.

— ¡Calla o muere!— Gritó Yaku mientras le tiraba otro delantal a Lev— No sé si te entrará, es el más grande que tenían.

Empezaron a limpiar mientras Morisuke miraba de reojo a Lev de vez en cuando.

El pequeño no había tardado nada en aceptar sus sentimientos, al menos a si mismo, a los demás aún no. No es que le avergonzase estar enamorado de Lev, bueno, en realidad un poco, pero no estaba avergonzado del ruso.

Sabía que había empezado a cogerle un cariño especial, parecido al de Kenma y Kuroo, pero menos fuerte. Claro, se acababan de conocer, como aquel que dice.

— Tierra llamando a Yaku-san~— Lev movía la mano delante de la cara del líbero al ver que este se le quedó mirando fijamente.

— Ah, sí, claro.— Dijo Yaku, pensando que le estaría haciendo una pregunta.

— ¿Sí?— Lev inclinó su cabeza hacia un lado y soltó una ligera risa.

— O sea, ¿qué decías?— Dijo Morisuke, con las mejillas como tomates.

— Que ya hemos terminado con la sala, deberíamos limpiar la cocina.

Fueron a limpiar la cocina. Mientras limpiaban la cocina, Yaku le tiro un trapo a Lev en la espalda.

— ¡Me has mojado! ¡Eso no es justo!— A lo que Lev se lanzó encima del pequeño para hacerle cosquillas.

— ¡Para! ¡Para!— Entre risas, Yaku le pegó un cabezazo a Haiba— He dicho que pares.

— Okay okay, auch.— Después de ese quejido, volvieron a limpiar con normalidad.

Mientras tanto, los otros cinco chicos se encontraban de camino al supermercado. Kenma no había traído su consola, por lo que estaba mirando su mano entrelazada con la de Kuroo.

A Tetsurō le gustaba caminar así, a veces era complicado, porque cuando había mucha gente, el pequeño se ponía a jugar a la maquinita y no podían cruzar sus dedos.

𝑪𝒂𝒕𝒔 | kurokenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora