19. Los Siete Pecados Capitales (Pt.2)

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Ira 

Desde que tengo memoria me gusta meter mi cabeza debajo del agua, porque de esta manera mis puños se apagan y no tengo que escuchar a nadie, ni siquiera las estúpidas peleas de mis padres a diario. Sólo el sonido vacío del agua y mi solitaria mente, sumada con la desesperada presión de mi pecho suplicándome aire, la mejor sensación que puedo tener en aquellos momentos de furia, esos episodios de ira donde odio hasta a las partículas del aire. 

La ira siempre se expande por mis venas, mis oídos siempre los escuchan, ellos hablan de mi como si me conocieran, como si yo fuera su amiga de toda la vida. Respirar se ha hecho una mierda desde que descubrí la existencia de los humanos con sus bocas malhablantes, con sus ideas de "salvemos al mundo pero hagamos mierda al que está al lado nuestro", coincidentemente yo soy la que está a su lado, lista para recibir su bomba de odio. Nunca lo olviden, la hipocresía está en el ADN humano. Pero como si fuera poco, ya ni siquiera puedo encontrar paz en mi casa, porque siempre la tercera guerra mundial se da en el interior de sus paredes. Tal vez la ira la heredé.

Como si fuera ya rutina, al escuchar a los imbéciles detrás de mi, mis puños se incendiaron y ya no pude evitarlo, ya había gastado todas mis palabras en malas inversiones. La ira una vez más se alimentaba de mi como quien come una manzana, me disfruto y se lleno de energía cada vez más y más, hasta que explotó de tanto consumirme. Quisiera poder limpiar con mis lágrimas los recuerdos del pasado. Porque cuando la bomba explotó solo pude herirme a mi misma, la navaja cortaba finamente la piel y daba paso al líquido rojo. Ya no me atrevía a ver a las personas a la cara, sentí vergüenza de mi misma, este fue el castigo que me dí a mi misma, llena de ira por mi existencia.

Por eso, las personas como yo solo podemos dejarnos morir, lentamente. Dejando que la ira nos consuma y el tiempo pase llevándose los restos de nosotros. Por eso cada noche doy gracias a Dios por haber creado el Infierno, doy gracias a Dios que haya inventado un lugar para personas como yo, doy gracias a Dios que en ese lugar hayan más personas como yo, mis amigos.

-S.M Doufor

El invierno eterno de tu corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora