Era un hermoso atardecer de un día de otoño, se difuminaron los colores en el cielo y las nubes se tornaron rosas, una brisa fresca volaba su cabello, los árboles estaban casi desnudos vistiendo de rojo mientras danzaban.
Y en medio de tanto arte natural se encontraba nuestro personaje, mirando a través de una ventana abierta, en el salón de música de su colegio, buscando inspiración para poder pedirle permiso a un piano que buscaba compañía.
Cada vez que se sentaba sobre la banqueta del piano, sus dedos cosquilleaban suplicando bailar sobre las teclas, la magia salía por las cuerdas del mismo, sus ojos estaban cerrados pero sin embargo sabía exactamente qué era lo que hacía, porque su corazón era quien lo guiaba. Mientras tanto una aurora de muchos colores y sentimientos los rodeaba uniendolos. De esta manera, el muchacho le enviaba mensajes a su amado sin importar los kilómetros de distancia que los separaran. La música viajó por continentes y océanos hasta encontrarlo llenando el corazón de ambos, dándoles aire para respirar, manteniéndolos unidos después de años.
-S.M Doufor
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El invierno eterno de tu corazón.
PoésieOtra de mis historias de poemas, cartas, escritos y más...