Envidia
Busco por el horizonte objetos brillantes, objetos de los que no me puedo dar el privilegio de comprarlos. Me comparo con el resto y veo mi miseria, mi mierda, ellos lo tienen todo y yo soy nada. Un lente rosa pastel ilumina sus vidas mientras que a mi me la oscurece, me aterroriza la oscuridad, me aterroriza no saber que hay al otro lado aunque más miedo me da ver lo que soy, lo que tengo.
Desde la vista panorámica ellos creen ser perfectos, tenerlo todo y serlo todo, se creen dioses y se creen bondadosos, pero si un microscopio observara su corazón bien sabrían que la envidia no me ataca solo a mi. Desde lejos agudizar la vista es difícil, sin embargo es simple enfocarla cuando los tienes cerca y fácilmente puedes ver como desde el rabillo del ojo me miran con desprecio. Desvían su vista como si nada los rodeara y entonces me pregunto ¿Seré la única que ve con nitidez el problema?
Donde ellos ven alegría yo veo tristeza, donde yo veo alegría ellos ven un robo. No es así, el cristal con el que me juzgan es borroso. Me ahogo en la tempestad de comentarios decrépitos, nublan mi vista en una tormenta de ideas erróneas sobre mi. Se quejan de mi, me distancian, me abandonan y me critican, pero no digan que no les advertí, fueron ustedes quienes crearon al monstruo que luego los acechará.
Quizás no sea una cuestión de celos, rencor o rivalidad, sino más bien justicia. Justicia por lo que me quitaron para dárselo a otros, para dárselo a quienes no se lo merecen. Pero cuando notan mi acto de justicia sienten despecho, quieren vengarse aunque sean ricos y lo tengan todo ¿Cuánta hipocresía no?
El monstruo crece cada día, brilla la envidia que irradia de el, me carcome y admira los objetos del resto, me convence de tomarlos, una corriente eléctrica satisfactoria recorre mis venas, es mi droga, mejor que la marihuana, mejor que la heroína. Mata mis neuronas y se apropia de ellas. Dudo que alguien me conozca como realmente soy, a veces creo que ni siquiera yo me conozco. El monstruo y mi alma se difuminan.
El monstruo sigue creciendo dentro de mi, ya no hay espacio para mi misma, solo uno puede vivir en este cuerpo y yo me rendí, expulsaron mi alma de mi misma, ahora yo soy el monstruo ya no queda bondad en mi, solo envidia y odio. Así que no se acerquen a mi porque nadie quiere acercarse a un monstruo.
S.M Doufor
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El invierno eterno de tu corazón.
ПоэзияOtra de mis historias de poemas, cartas, escritos y más...