Capitulo 3

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R u i n

—Gracias, Diane.- dice el rubio- Oh, tú antebrazo se arruinó.

—Ouh.

Entrecierro los ojos viendo el cuerpo del pelirosa perderse en el horizonte, después de una pelea contra Meliodas, Gilthunder terminó por decirnos donde encontraríamos a dos pecados.

—¿Te crees muy valiente al hacerme eso?- giro mis ojos ante la aguda voz del animal-¡Maldito cerdo! ¡La próxima te daré una tunda!

—¿Están bien?- cuestiona Elizabeth

El pelirosa había lanzado lejos al puerco y el corazón bondadoso de la princesa había corrido a su rescate, dejándolos fuera de la lucha.

—Si.- respondo simple y bostezo, ella envuelve sus brazos en mí con fuerza- Estoy bien, Eli.

—¿Señor Meliodas, está herido?- dice al ver el hombro del rubio- ¡Es mucha sangre!

—¡Deja de estar de trepadora con el capitán!- rio ante los celos de la serpiente, inclinándose hacia nosotros- Estar a su lado es mi trabajo.

—De hecho ese es el mío.- rio y el capitán asiente

—¡Yo cuidare sus heridas!- vuelve a gritar

—Ese grosero me golpeo muy feo en el trasero.- informa Hawk

—¿Aquí?- indaga el ojiverde

—Esas son mis costillas.- responde y suelta aire

—Hawk, yo te ayudaré a aliviar el ardor.- Elizabeth se ofrece y el cerdo agradece lanzándose a ella.

Después de eso, emprendimos camino hasta la ubicación del zorro, la prisión Baste.
Bostezo sentándome en el hombro de la gigante, mientras ésta caminaba junto a la gran y verde cerda.

—Deja de gruñir, asustas a los pájaros.- me burlo, palmeando su mejilla

—¡Es que esa princesa quiere robarme a mi capitán!- sus labios se estiran en un puchero- Es una trepadora.

—Mel es el pervertido.- rio y giro mis ojos- No sé que le ves.

—Es el mejor.- suspira enamorada- Solo que no lo ves porque a ti te gustan el doble de altos, sarcásticos y molestos.

Frunzo el ceño, confundida, la veo por unos segundos y en su rostro se forma una sonrisa con burla.

—Ya vas a empezar.- exclamo al entender- ¡Ni siquiera me agrada ese estupido!

—Ajá ajá.- reprime su risa, así era Diane, podía estar molesta y en un segundo riendo tanto que las aves salían volando- ¿O es que te gusta King?

—¡El señor Meliodas se desmayó!-la peliblanca interrumpe mi respuesta

—¿Qué es lo qué pasó?- indaga Diane con preocupación

—¡Que se desmayó!- no puedo evitarlo, me rio ante sus miradas- Lo siento, tenia que hacerlo.

[...]

Bostezo por cuarta vez y estiro mis brazos, habíamos caminado varios kilómetros, bueno, el pecado de la envidia había caminado conmigo en su hombro, y aún la prisión se veía bastante lejos.

Giro mi cuello para ver el pueblo a nuestras espaldas, preocupada por la salud de mi fiel compañero de eternidad, Elizabeth y el cerdo se habían quedado a su cuidado, junto al doctor.

—¿No puedes ir más rápido?- me levanto para flotar hasta su nariz- Falta mucho.

—Tranquila, pronto verás a tu amado.- levanta sus cejas- Su encuentro será tan romántico.

Mi pecado, mi maldición [Ban]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora