Capitulo 7

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G i d e o n

—Esa ciudad al borde de la montaña es Vaizel.- indica el capitán-Un cliente dijo que aquí trajeron un martillo tan grande que nadie podía empuñarlo.

—Podría ser de  Diane...

La gigante había perdido su tesoro sagrado, Meliodas lo había vendido y a Ban se lo quitaron en la carcel, eran tan idiotas.

—¡Olviden eso, ya me canse de andar desnudo!- el zorro hace un puchero exagerado- Sun no deja de verme.

—Cúbrete con el delantal.- dice con obviedad, el rubio- Y Sun, deja de verlo.

—Yo no...¡yo no lo estoy viendo!

—¡Eso no es importante!- la gigante golpea el suelo y todos ellos salen volando a excepción del hada y yo-¿Por qué tengo que quedarme aquí afuera?

—Desde que un gigante se volvió loco en un festival, les prohibieron la entrada.- informa señalándola- No tardaremos.

—Me aburriré.- lloriquea

—Me quedo contigo, Diane.- se ofrece la peliblanca- Nana, quédate y tenemos una tarde de chicas.

—Me quedaré, odio las peleas.- Meliodas asiente con comprensión

—Nos vemos.- canturrea y los tres  hombres y el cerdo se alejan.

—Me muero de hambre.- hablo girándome hacia ellas- ¿Hay algo de comida?

—No, el señor Meliodas dijo que se terminó todo.- la princesa hace una mueca

—¡Podemos ir por frutos al bosque!- exclama Diane- Y hablar de chicos.

Ella menea sus cejas, haciéndonos reír. Andamos hasta el bosque, los árboles eran aún más grandes que la gigante, hermosos y verdes.

—Buscaré moras.- relamo mis labios imaginando el sabor- Diane, busca en los árboles y Eli cualquier hongo comestible, ¿si?

—¡Claro!

Me alejo unos metros sin dejar de ver el suelo, esperando encontrar un arbusto con esas frutillas deliciosas.

—¡Ah!-vuelo de regreso

—¿Qué sucede?- la castaña llega primero, me relajo al ver solo una zeta gigante- Ingrediente localizado y capturado.

Abro mis ojos a tope al reconocer la especie.

—¡Espera, Diane!- llego junto a ellas- Si se asusta nos...

El humo rosa nos cubre mientras la planta grita, tosemos hasta que el gas se esparce.

—¿Qué está pasando?- restriego mi rostro y veo a una desnuda Diane- ¡Ah!

Cubro mis pechos, sintiendo el viento frío y veo el uniforme que portaba, en el suelo, junto al de Elizabeth y la ropa de Diane.

Giro mis ojos cuando ellas gritan con miedo.

—¡Cálmense!- ordeno y hago crecer algunas azucenas- Es un hongo tipo chicken matango, si se asustan te encogen.

—¡Seremos pequeñas para siempre!- dramatiza la ya no tan gigante.

—No.- respondo y meto mis pies por la parte del tallo- Los efectos duran un tiempo indeterminado.

Ellas relajan su postura. Diane se coloca la ropa de Elizabeth y la princesa me imita, colocándose una flor como vestido.

—¡Debemos ir a informarle al capitán!- exclama la castaña, metiéndonos en su escote- Quiero que vea que soy de su tamaño.

—No creo que sea buena idea.- logro decir, la serpiente trota haciéndonos rebotar- Podrían descubrirlos.

—¡Me podré una capa!- suspira enamorada y vuelve a correr.

[...]

Si estar entre sus pechos cuando corre era malo, cuando luchaba era mil veces pero. Eli solo reía diciendo que era divertido, mientras yo quería vomitar todo lo que había comido en el mes.

—¡Finalistas, vayan a la sala de espera!- grita el raro enano

Diane ríe ligeramente, nadie la había reconocido, ni siquiera los pecados.
Dentro de la habitación, le ordenan sacar un palito con una letra y así tener a su oponente de forma aleatoria.

—¡La primera pareja es Griamore y Matrona!-intento escalar por su piel para ver- ¡Segunda pareja, Howzer contra Taizoo!

Golpeo mi frente, ¿que hacían estos dos aquí?

—Caín contra Rey ruco.- cubro mi boca para no reír- y la última pareja es ¡Meliodaf contra Baaaan!

La gigante tiene que toser para que mi carcajada no se escuche. Son tan idiotas pero para su suerte Howser es igual.

Minutos después tengo que acomodarme mejor para no caer, Diane alias Matrona golpea sin mucha fuerza al enorme chico.
No puedo apreciar la pelea pero el movimiento es cada vez más brusco.

—Voy a vomitar.- exclamo frotando mi cara con mis manos

—¿Ahora?- dice preocupada

Cubro mi boca al sentir como Diane salta, después se mueve tranquilamente y escucho el bullicio, ¡gano!

—Esperaba mantenerme escondida más tiempo.- la gigante habla

—¡Deja de saltar!- pellizco su piel, aunque probablemente no lo sienta

—¿Te conozco?- Esa es la voz de Meliodas y después es un quejido.

—¡Imbecil!

—Vamos a morir.- dramatizo al sentir los duros pasos de la castaña- Ahogadas en mi vomito.

Elizabeth hace una exclamación de asco y escuchamos a King preguntar por nosotras.

—¡Aquí estamos, señor King!- la luz pega en mi rostro cuando la gigante nos destapa

—¿Cómo?- su mano viene hacia nosotros pero Diane lo acusa de pervertido- No quise hacer eso...¡Tenemos que decirle al capitán!

En la sala de espera, Diane les narra cómo nos encogimos, contestando cada una de sus preguntas.

—Al fin.- celebro saliendo del escote, volando libremente- Creía que iba a morir.

—Tu no puedes morir.- se burla el capitán

—¡Una mosca!- Ban cifra su mano alrededor de mi- Ah no, es la mucama.

Me siento sobre su palma, viéndolo molesta.

—Eres tan gracioso.- suelto con sarcasmo- Me matas de la risa

—¿Qué traes puesto?- los dedos de su otra mano sujetan uno de mis pies, girándome- Oh.

Un escalofrío me recorre, el frío viento choca contra mi piel desnúdate.

—¡Ban, idiota!- llevo mis manos al vestido de flor, subiéndolo-¡Bájame se me está yendo la sangre a la cabeza!

—A mi también.

—¡Pervertido!- suspiro ofendida al captar el sentido de su respuesta- ¡King, sálvame!

—Ban, suéltala.- demanda el hada, golpeando la cabeza del albino- Zorro vulgar.

Mi pecado, mi maldición [Ban]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora