Había una vez, una veleta.
La veleta seguía el son del viento.
Si el viento soplaba fuerte, la veleta giraba.
Si el viento apenas era, la veleta se quedaba quieta.
Un día, el viento sopló tan fuerte, que la veleta cayó
Rompiéndose en mil pedazos al chocar contra el suelo
La veleta lloró.
Y lloró.
El viento no quiso escuchar.
Llegó el invierno, y con él, otra veleta.
Ahora el viento, jugueteaba con la nueva veleta
Dejando a la antigua, olvidada.