Había una vez, una margarita.
La margarita estaba enamorada de un muchacho.
El muchacho se sentaba junto a ella, acariciando sus pétalos.
La margarita fue creciendo cada día
Su color era más intenso
Su tallo más fuerte y largo
Su olor, más dulce.
Su alimento, era el amor.
El muchacho un día quiso que la flor
Fuera solo suya.
Pues en el pueblo, todos admiraban su belleza.
Aunque de todas formas, la margarita sólo lo amaba a él.
Pero, el muchacho
Arrancó a la bella margarita.
La encerró en un jarrón, dejándola sin respiración
Sin libertad.
El amor no puede existir sin libertad.