Había una vez, un reloj.
Que marcó las horas de
los momentos que pasamos juntos.
Que mientras te esperaba para
volver a verte, no tenía prisa.
Y una vez pudo pararse a las cuatro en punto.
Y yo pensaba que no vendrías.
Pero la luna me hizo quedarme en
ese lugar seco y frío.
Y el reloj continuó cuando
en la espesura de la noche vi
que tu sombra azul se acercaba.
.
.
(The childrens of the moon).
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