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Ra iluminaba los cielos así como también el majestuoso palacio, era una mañana hermosa y se podía deducir que se avecinaban cosas buenas.

Ramsés se encontraba más feliz que de costumbre, y este hecho no paso desapercibido por todos los que se encontraban en el Palacio, nadie le preguntó la razón de su felicidad, aunque tuvieran curiosidad.

Por otra parte Moisés estaba que no podía con lo que había ocurrido el día anterior.
Aun se preguntaba porque lo había hecho, se lamentaba por ello, pero no podía estar todo pensativo y con mala cara debia cumplir con su misión, y así lo hizo.

Moisés llamó a su hermano y le indicó que esa misma tarde irían a hablar con el Faraón que se preparara, Aarón estuvo de acuerdo y fue a avisar a su familia.

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Moisés y Aarón estaban en la entrada del Palacio solicitando como otras veces la entrada para hablar con el Faraón.

Los guardias no perdieron el tiempo y fueron a notificar al Rey.

—Su Majestad, Moisés se encuentra en las puertas solicitando hablar con usted —avisó Ikeni omitiendo el hecho de que Moisés venía acompañado de su hermano.

—Hazlo pasar, no pierdas tiempo —apresuró el rey a su guardia.

Ikeni hizo una pequeña reverencia y salió de la sala para traer a los hermanos delante de la presencia del rey.

—Moisés, hermano que alegría tenerte de nuevo aquí —Saludó entusiasmado Ramsés al verlo entrar. —Veo que vienes con tu hermano Aarón.

—Sí Ramsés, venimos nuevamente a pedirte por los esclavos —Moisés lo dijo en tono firme como las demás veces que había pedido por su pueblo, solo que esta vez por dentro no había ninguna firmeza, verlo le causaba emoción —déjanos ir al desierto a adorar a nuestro Dios.

El Faraón no lo podía creer, la ira creció dentro de si y los deseos de someterlo ahí enfrente de su hermano no se quedaron atrás. Moisés era suyo, le debía lealtad a él y a nadie más, ¿Qué acaso no lo entendía? ¿Deberia de tomarlo nuevamente para demostrarle a quien le pertenecía?
Claro que si, lo haría suyo cuantas veces fueran necesarias y no necesariamente para demostrarle a quien le debía lealtad pero en esta ocasión si sería ese su propósito. Ramsés lo amaba demasiado y un puñado de esclavos hebreos no iba a arruinar sus planes de tener a Moisés a su lado, que se consigan otro libertador si quieren, porque no les dejaría tener a Moisés.

—Vuelves con la misma petición absurda por lo que veo —Su mirada demostraba pura frialdad. —Ya sabes mi respuesta, los esclavos son míos y tú igual... ¡NO LOS DEJARÉ IR A NINGÚN LADO!

A causa del grito Moisés retrocedió algunos pasos mirando dolido al Rey, por otro lado Aarón quedó bastante extrañado por lo dicho ¿La razón? Bastante simple, nunca antes le había escuchado decir que su hermano le pertenecía, las demás veces solo decía eso de los esclavos, así que no entendió muy bien la razón del porque, pero en definitiva no le gusto nada eso.

—Y antes de que digas que vendrá otra plaga —Suspiró cansado Ramsés. —Permiteme un segundo a solas, por favor.

—Esta bien, aunque lo veo innecesario —Moisés volteó a ver a su hermano —hablare a solas con Ramsés ¿puedes esperar un momento?

—Si hermano —Aarón permitió que se fueran y él se quedó ahí, esperando a que ambos volvieran.

Solo debes ser leal a mi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora