Asistente personal •KOOKMIN•

21

La mañana siguiente a su salida del hospital, Jungkook se despertó adolorido, pues los analgésicos que se tomó por la noche, ya habían dejado de hacer su efecto. Tanteó el otro lado de la cama, en busca de su adorado acompañante, pero se percató de que ésta se encontraba vacía. Se entristeció al encontrarse solo. Desde que ingresó en aquel hospital, lo que más deseaba era volver a dormir con su Jimin, para verlo al despertar cada mañana.

El sonido de una voz lo sacó de sus pensamientos. Una hermosa y dulce voz. ¿Jimin? Como pudo, se levantó de la cama y, casi arrastrando los pies, salió de aquella habitación en busca de aquella melodiosa voz. Una voz que inundó sus oídos, llegando hasta el fondo de su corazón. Era como si un ángel, caído del cielo, le estuviera cantando. La canción la conocía muy bien, pues era de su estilo, además de una de sus favoritas. Esa era la razón de que la última persona que se le vino a la cabeza, fue el pelirrosa. ¿Qué hacía Jimin cantando una canción de Metallica? ¿Cómo era capaz de hacer que aquella canción sonara tan bien salida de su boca? ¿Porqué no le dijo que sabía cantar? ¿Vergüenza? Tal vez...

Esta era la canción que estaba cantando Jimin

El dolor era insoportable, pero necesitaba llegar al lugar de donde provenía esa dulce voz. Necesitaba saber si era su pequeño el que estaba cantando.

El amaba la música. Era su pasión. Para escuchar, le gustaba más el estilo Rock. Pero si tenía que elegir algo para cantar, se decantaría por algo más tipo Pop. Si, el también cantaba. Solo Tae sabía que lo hace, bueno, su hermano también. Pero le gustaba más hacer música. Su sueño era ser compositor. Que alguien cantara las letras que él, con tanto mimo y empeño, escribía. Era lo que más deseaba en el mundo. Pero cuando se enteró de que podía heredar la empresa familiar, aparcó su sueño para dedicarse a lo que hace ahora.

Casi se tropieza con un mueble justo antes de llegar a la puerta de la cocina, pero logró agarrarse al marco de la puerta de ésta. Asomó su cabeza, con temor de que lo descubrieran, como si estuviese haciendo una fechoría. Se llevó una grata sorpresa al ver que Jimin se encontraba escuchando música desde su IPad, de ahí que estuviera escuchando su música. Mientras que se dedicaba a preparar lo que parecía el desayuno.

Los tonos que hacía...

Como rasgaba la voz en las palabras clave...

Como hacía todos aquellos agudos...

Era simplemente...

Mágico

Jungkook pensó que aún estaba dormido. No era posible que alguien que se tiró tanto tiempo sin hablar, ahora canta así. Aun habiendo cantado antes, sus cuerdas vocales se habrían atrofiado de no usarlas... ¿No?

-¿Kookie? ¿Porqué te has levantado? ¿Que es lo que no entiendes de reposo absoluto, amor?

Jimin no se dio cuenta de lo que dijo hasta que vio como el pelinegro abría sus ojos de la sorpresa. El rostro de Jimin se fue tornando a rojo poco a poco. No se arrepentía de haberlo dicho, claro que no, pero pensó que tal vez era demasiado pronto para usar aquel adjetivo. Formalmente llevaban... ¿Tres días? Se dio la vuelta para no mostrarle a Jungkook la vergüenza que sentía en ese momento. Quería que la tierra le tragase. Normalmente, el pelinegro ya le hubiese dicho algo para tranquilizarlo, o simplemente para avergonzarlo aún más. Pero ahora era todo demasiado silencioso. Odiaba ese silencio. Aun sabiendo que era temporal y que ya se estaba recuperando. Odiaba no escuchar la voz de Jungkook.