Mi vida con Gerard (Frerard).

22* Adolescencia (FINAL, PARTE 1)

(Frank)

Casi 15 años habían pasado desde esa escandalosa tarde en el hospital y las cosas habían salido muy bien para todos:  después del parto, Sarah volvió a la universidad y al  poco  tiempo logró irse de intercambio a Italia, se graduó unos años después y ahora dirige una empresa comercial justo con su esposo. Vienen a visitarnos de vez en cuando.

Sarah no fue la única que encontró pareja, también Bob se casó con una chica que conoció en una fiesta pero ese matrimonio solo duró un par de años. A lo largo de estos últimos 16  años tuvo algunas relaciones las cuales terminaban en fracaso, claro hasta que descubrió su verdadero amor: las ancianas adineradas. Nuestro amigo se encuentra comprometido en estos momentos con una señora rusa y millonaria cuyo nombre no sabemos pronunciar. A nadie le agrada la idea, salvo por Miles quien siempre recibe regalos increíbles en su cumpleaños por parte de su tío Bob.

Cuando Gerard y yo nos mudamos a nuestro propio departamento fue Mikey quién aprovechó la oportunidad de vivir el sueño neoyorkino y se fue a vivir junto con Ray y al igual que nosotros el amor no tardó en surgir. Actualmente están felizmente casados y adoptaron una niña que es solo un año menor  que Miles.

En cuento a nosotros todo había sido excelente. Ver a crecer a nuestro hijo durante todos estos años era maravilloso. Al principio fue difícil, no mentiré. Miles lloraba todas las noches y Gerard y yo siempre discutíamos para ver quién debía levantarse  a revisar que todo estuviera en orden. La hora de la comida era otro reto, ya que el pequeño se negaba a comer todo lo que le dábamos, claro que siempre era gracioso cuando lanzaba en plato a la cabeza de Gerard y lo llenaba de comida. Y como olvidar cuando le enseñamos a andar en bicicleta, fue nuestro error el pensar que una calle empinada sería un buen escenario para aprender pero el resultado fue un brazo roto.

Gerard y yo no éramos los padres perfectos pero si éramos una familia feliz, hasta que algo cambió, algo llamado adolescencia.

....

Miré el reloj, eran casi las 4 de la tarde lo que significaba que Miles llegaría en cualquier momento.

–Ya terminé–Dijo Gerard en la cocina. En sus manos tenía un pastel decorado con betún de vainilla y chispas de colores–.¿Qué tal quedó?

–Bueno...ya no se nota lo quemado– respondí.

–No estaba quemado–se quejó–.Solo se tostó un poco.

–Lo que tu digas– reí.

En eso escuchamos la puerta abrirse y por esta apareció Miles con cara de fastidio.

–Hola cariño–lo saludamos Gerard y yo.

–Hola...–respondió con desanimo mientras arrojaba su mochila al suelo y se quitaba la chamarra para después colgarla en el pechero.

–¿Qué tal la escuela hoy?

–Igual que siempre...–Se dirigió a su habitación.

–Espera, te tenemos una sorpresa–Dijo Gerard y eso pareció captar la atención del chico.

Se acercó a la cocina.

–Tah- dah!–Exclamó Gerard mientras le mostraba el pastel.

Miles hizo una mueca.

–¿Un pastel?

–Es por tu cumpleaños–Explicó Gee.

–Mi cumpleaños es en una semana.

–Lo sabemos, pero quería practicar para tu fiesta de cumpleaños...así que pruébalo y dime que te parece–Gerard le acercó el pastel a la cara pero Miles  retrocedió.