WONDER▪︎▪︎ Boris Pavlikovsky " The Goldfinch"

#Twenty Three🚬

🌻

Respiraba con dificultad, la nariz le sangraba y parecía no parar. Subir las tres agrupaciones de escalones fue un martirio, sus rodillas chocaban de vez en cuando contra el filo de estos; todo se tornaba nebuloso. Además de la dificultad que implicó mantener su mano firme para encontrar la tarjeta y destrabar la cerradura. Las gotas de tinte carmesí mancharon la alfombra del desolado apartamento hostelero y en ese momento se percató de que estaba llorando como no lo había hecho en mucho tiempo.

Estaba hasta las cejas de cólera y tenía el alma tan adolorida como el cuerpo.
Se dejó caer al suelo, con la espalda en la puerta, tenía mechones de cabello apelmazados en la frente gracias al sudor y la sangre, tapó su boca para que no saliera ningún sollozo; a su vez, pintado sus manos de rojo.

La puerta del baño se abrió, dejando ver a Boris, con los rizos mojados cayendo atrevidos por su frente y solo en pantalones.
Sus ojos se abrieron de sobremanera dejando caer una toalla al suelo. Sus pasos parecieron dudar, pero finalmente se acercó a la chica.

-¡Eda! ¿Que...? ¿Que sucedió?- Hablaba en Noruego intentando levantarle el rostro para mirar las heridas.

La azabache intentó alejarse con desesperación, sollozaba palabras inentendibles y su pecho parecía querer estallar al no lograr contener su corazón y pulmones.

-¡No, no! ¡Para, para! ¡Por favor, no!- Rogaba la chica.
Con terror sacó del abrigo una Golck 17 y le apuntó a Boris.

-Eda, cálmate. Soy yo, no te haré daño- Pronunció con suavidad para que la muchacha soltara el arma.
Bajó la mano, rendida y dejó caer la pistola al suelo.
Sus miradas se conectaron instantáneamente; los ojos verdes y cristalinos de la muchacha y las bolitas de chocolate amargo que pertenecían a Pavlikovsky.

El varón estudió su cara por unos minutos. Sangre le caía desde la nariz, bajaba por su mandíbula y le llegaba al escote, tenía el labio inferior partido, la ceja derecha cortada y un moratón se comenzaba a crear en su pómulo izquierdo. Su ropa estaba repleta de manchas rojas, tenía tierra en los brazos y marcas de dedos en el cuello.

-Boris...- Alcanzó a formular de manera adolorida.

-Shh tranquila- Le tomó suavemente la mano y alejo cuidadosamente el arma de fuego.
-¿Qué sucedió?- Con la mano libre le acarició la mejilla con dulzura.

-Alguien de Miami- Habló en ruso. Le costaba soltar las palabras.
-Gente de Shascha- Los ojos del jovencito se desorbitaron por un momento.

-¿Que te hicieron, nena?-

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La noche estaba sumisa ante el frío que dominaba su negrura infinita.
La noruega estaba totalmente concentrada en seguirle el paso a un chico que conocía a Theo, Platt Barbour. Debía de conocer todas sus relaciones actuales, y por lo que sabía; aquel muchacho era su cuñado, había perdido a su padre y su hermano Andy, su madre tenía una depresión severa y su hermana Kitsey era la prometida de Decker. La azabache estaba 90% segura de que su viejo amigo y él estaban involucrados en alguna situación ilegal.

También, debía de tener precaución; sabía que había una gran cantidad de personas que deseaban ver su cabeza y la de Boris en una estaca. Tenía en cuenta que gente la seguía y no tenían la mínima intención de darle un abrazo y felicitarla por su gran trabajo en el tráfico de drogas que había desplegado por cuidad.

Pero a pesar de todos los problemas que tenía, su vida le daba totalmente igual; no se sentía intimidada. En su cabeza había un solitario y constantemente pensamiento "proteger a Theo y Pavlikovsky". Además, otro ser corría el riesgo de, en un futuro, no poder ver la luz del día. El embarazo, que definitivamente le había impactado de sobremanera, se había dado a conocer hacía ya un par de meses; y la disposición que tenía Boris ante su futuro hijo era algo que ella nunca imaginó. El terror de que el corazón del ruso se destrozara por la pérdida estaba latente en todo momento.