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Una pelinegra salió del cubículo del baño con su pintalabios esparcido por gran parte de su rostro, su pelo estaba desordenado y su ropa malamente colocada

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Una pelinegra salió del cubículo del baño con su pintalabios esparcido por gran parte de su rostro, su pelo estaba desordenado y su ropa malamente colocada. Con una sonrisa burlona ante su aspecto, comenzó a arreglarse.

Del cubículo del cual previamente había salido la joven, apareció un hombre de oscuro cabello rubio con innumerables marcas de carmín. Su uniforme de piloto era un desastre y agradecía que acabara de aterrizar y tuviera dos días de descanso, sino le sería imposible ir a trabajar con esas pintas.

Una melodía inundó la estancia.

— ¡Papá!—saludó la chica con un notable buen humor.

Al otro lado del teléfono se escuchó la irritante voz de su hermana mayor.

— Bella y yo te estamos esperando en la entrada del aeropuerto, ¿dónde estás?

La pelinegra miró a través del espejo a su acompañante, éste ya había terminado de acomodar su ropa lo más que pudo y se disponía a marchar.

— Un pequeño contratiempo con mi maquillaje, sabes que me gusta estar guapa y no podía dejarlo pasar—se excusó.

La risa de su padre se escuchó.

— Está bien, no tardes.

Con una afirmación, terminó la llamada.

— Debo agradecerle al piloto por sus excelentes servicios—soltó la pelinegra luego de darle un beso al hombre junto a ella.

— Ha sido todo un placer—contestó el contrario.

Xanthe salió del baño diez minutos después, sabía de sobra que las prisas de su padre se debían a su hermana mayor y no tenía intención de contentarla en esos momentos.

Tal y como recordaba, Charlie Swan lucía un uniforme de policía y su postura demostraba cierto cansancio en él. Cansancio que desapareció en cuanto vio a la menor de sus hijas dirigirse a él con una maleta negra en una mano. Unos brazos la rodearon en un abrazo cálido, Xanthe agradecía que su madre hubiera callado y no le hubiese comentado sobre el porqué la mujer la había enviado de golpe con su padre.

Sino quizás, en estos momentos, no estaría siendo abrazada por él.

Isabella Swan no era más que una chica del montón, delgada con una ligera postura encorvada y sin nada que envidiar. Se podría decir que todo había ido a parar a Xanthe, sin embargo, la razón por la cual la mayor no la soportaba era porque todo el afecto de Charlie iba dirigido a ella. Al contrario que con su madre, quien derrochaba amor hacia Bella.

Xanthe pondría la mano en el fuego a que Isabella era extremadamente egoísta y quería el amor de ambos padres solo para ella.

Llegó hasta el punto en donde, cuando Isabella tenía ocho años y, Xanthe, siete, le dijo que deseaba ser hija única. Dejando a una desolada menor llorando en una esquina de la habitación.

El odio de Xanthe Swan hacia su hermana mayor no se manifestó hasta cumplir los doce, cuándo lentamente se fue dando cuenta de los comportamientos y actos de su hermana, tanto pasados como presentes. Más solía demostrar desinterés hacia estos y jugaba a la hermana devota frente a todo el mundo.

— ¡Bella!—llamó su hermana con entusiasmo—. Te he echado de menos, me han dicho que tienes novio.

Lo primero que había llamado la atención en la pelinegra era saber que su sosa hermana había conseguido pareja.

¿Qué pobre alma había caído ante la insípida Isabella Swan?

— Hola, Xanthe—saludó tras soltarse de los brazos de su hermana, evitando que se notara la mueca que había hecho—. Sí, se llama Edward.

Edward, ¿eh?

— Que nombre tan...feo.

Charlie tosió a su lado, mirando con rapidez hacia otro lado. Bella infló sus mejillas con indignación.

— Xanthe, pequeña, sabes que a veces no es correcto ser tan sincera—interrumpió su padre.

— ¿Por qué no? Las verdades se deben decir aunque duelan.

Isabella Swan se agarró del brazo de un alto chico con cobrizo cabello y dorados ojos que había estado apartado en una esquina, observando el encuentro de la familia.

— Eh...Xanthe—la pelinegra se giró para encontrarse con la imagen de su hermana y un guapo joven—. Te presento al chico del nombre feo, mi novio.

DESIRES; edward cullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora