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Su cuerpo tembló, sus piernas fallaron y su cuerpo cayó de espaldas, notando el relieve de un tronco debajo de ella

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Su cuerpo tembló, sus piernas fallaron y su cuerpo cayó de espaldas, notando el relieve de un tronco debajo de ella.

Sus sentidos se agudizaron al no poder enfocar; su olfato rápidamente reconoció que el olor a quemado se había hecho más intenso, el calor del fuego golpeó su rostro y sus oídos captaron la voz de tres personas, tres voces que había escuchado en infinidad de ocasiones.

Su mano seguía siendo tomado por aquella persona, que no la soltaba y daba suaves caricias en la palma de su mano en un intento de calmarla.

Xanthe cerró los ojos, dejando que la pequeña molestia que se había instalado en su cabeza desapareciera. Fueron ocho minutos exactos los que tardó la pelinegra en abrir sus ojos. La imagen frente a ella la hizo soltar un grito ahogado, su cuerpo comenzó a temblar debido a la conmoción que aquello le estaba provocando.

Frente a ella se encontraba la gran fogata de la tribu de Nahuel y Huilen, la fogata en las que tantas veces habían mantenido conversaciones, y la fogata en la que estuvieron hablando durante toda la noche el último día que pasaron allí.

Sus rojizos ojos descendieron hasta su regazo, en donde una pálida mano tomaba la suya. Xanthe vito su rostro con extrema lentitud, siguiendo la línea del brazo ajeno hasta llegar a su cuello, siguiendo el recorrido y distinguiendo unos ojos rojos que pensaba no volver a ver tan brillantes nunca más. Xanthe alzó su mano libre e hizo el amago de tomar uno de los mechones castaños del contrario para quitarlo de su frente.

— Keon...—su voz fue apenas audible, apenas un susurro que hacía el tanteo de comprobar si aquello era real.

El castaño sonrió hacia la vampiresa y alzó su mano para tomar la de Xanthe, rodeando su muñeca y tirando de ella para que sus finos dedos tocaran la gélida piel de su rostro.

— Estoy aquí, estás de vuelta.

Aquellas palabras hicieron que Xanthe se enderezara de golpe, abriendo sus ojos en grande y mirando alrededor con desesperación.

— ¿Cómo? ¿Que ha-, ¿estás-

Nahuel le hizo una señal a su tía justo después de asentir en dirección a Keon, ambos familiares se alejaron del lugar para darle espacio al dúo que, ahora, quedaba solo.

— Xanthe—llamó con suavidad el mayor. La vampiresa volvió su vista a él y calló—, ¿qué es lo que has visto?

— Forks... Yo, yo iba con... y Aro... también Edward... pero Jane... no, Renesmee... Aithne... y sangre... muerte... ¡un lobo!... y tu cabeza... béisbol... pelea... más cabezas...

— Vale, a ver, detente, no te entiendo—una suave risa escapó de la garganta de Keon. Aquel sonido hizo una especie de click en la mente de Xanthe, provocando que sus ojos volvieran a clavarse en los del vampiro, la pelinegra se lanzó de golpe a los brazos del contrario, rodeando su cuello con ambas extremidades—. Vaya, parece que alguien me extrañaba.

DESIRES; edward cullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora